El 20 de diciembre de 1928 tuvo lugar en Hortaleza un acontecimiento luctuosos en el que murieron dos niños a consecuencia del hundimiento de una choza. El suceso tuvo gran trascendencia porque se trataba de dos hijos de un matrimonio con una forma de vida ciertamente peculiar.

Se trataba del matrimonio formado David Torcal de la Cruz, de cuarenta años, vecino do Hortaleza y su mujer, Micaela Mateos Cuevas, de treinta y seis, natural de Alcalá de Henares. Los hijos fallecidos se llamaban Mateo y Modesto de seis y tres años de edad respectivamente.

El matrimonio vivía en una choza, que habían construido en una linde de la finca Arroyo de Valdebebas, propiedad de D. Pedro Tobar, socavando, en una extensión de más de cinco metros, las tierras, construyendo una choza-casa, con techó de maderas, juncos y tierra,

La noticia fue comunicado por los pastores Ricardo de la Morena y Felix Garcia que se personaron en el domicilio del juez municipal, D. Roman Martinez Lorenzo, dandole cuenta de que se había hundido una cueva-choza, en la linde del Arroyo Valdebebas, resultando dos niños muertos.

Inmediatamente, la citada autoridad, en unión del secretario suplente, D. Gumersindo Peña Burgueño; del médico forense, don Agustín Calvo Pérez; del cabo de la Guardia civil de aquel puesto. D. José Moratinos González, y del guardia Narciso Delgado Paniagua, salieron para el lugar del suceso, distante cuatro kilómetros y medio del pueblo de Hortaleza

Al llegar el Juzgado al citado sitio, David y Micaela habían encendido junto a la choza, que aparecía hundida por completo, una gran fogata, y cerca de ellos, sobre una estera y completamente desnuditos. aparecían los cadáveres de los niños Modesto y Mateo. 

Mientras el forense procedía al examen minucioso de los niños, el Juzgado procedió a interrogar a David y Micaela, que refirieron lo sucedido. Según manifestaciones del matrimonio, a las nueve de la noche se retiraron a descansar, como de costumbre, en unión de sus hijos, quedando dormidos al poco tiempo. Pasadas tres horas, a eso de las doce, e! marido y la mujer se despertaron sobresaltados, y al ir a incorporarse del camastro se los vino el techo encima; quedando envueltos entre  maderas, juncos y cascotes. 

Micaela, continuó con el relato manifestando que, con gran esfuerzo, logró ganar la salida de la choza, no así David, que asegura tenía cogidos los pies por los materiales hundidos, y rápidamente marchó a un lugar distante poco más de medio kilómetro, donde existe la majada de ganado que guardaban los pastores Ricardo do la Morena y Félix García. Después de informarles, los tres, marcharon a la choza y procedieron a salvar a David.

Una vez liberado David procedieron, junto con los pastores, a desescombrar parte de la choza , localizando a Modesto y Mateo, por desgracia, ambos estaban ya muertos.

El juez municipal ordenó que, tanto Micaela  como David, fueran reconocidos por el médico, comprobando, con no poca sorpresa, que ni ella ni él presentaban la más ligera erosión, que denotara el hundimiento. Esto, unido a las explicaciones poco satisfactorias para la justicia de la forma en que había ocurrido el hundimiento, determinaron al juez, Sr. Martínez Lorenzo, a ordenar la detención del marido y la mujer, que, incomunicados, ingresaron en la cárcel de Hortaleza a disposición de la autoridad competente.

Los cuerpos de los niños tampoco presentaban señal de lesiones alguna y el juez ordenó el traslado de los cadáveres al depósito del cementerio de Hortaleza, donde se practicó la autopsia.

Los detenidos fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de Colmenar Viejo.

En el pueblo de Hortaleza el suceso causó honda emoción y los comentarios fueron generales sobre la extraña forma de vida del matrimonio. A Micaela, a la que se conocía , también por la Daviza, se le prohibió entrar en el pueblo debido a su vestimenta y forma de comportarse.

Este acontecimiento, que tuvo gran relevancia entre el vecindario, volvería a ocupar los comentarios de los vecinos años más tarde a causa del asesinato del matrimonio.

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