Quizá la proximidad a Madrid hizo que el Pueblo de Hortaleza fuera un lugar elegido para trasladar y asesinar a los detenidos procedentes, principalmente, de la checa de la calle San Antón. Las tapias del Cementerio de Hortaleza y el paredón del barrio de los Murallones, fueron testigo de muchos de estos asesinatos.

Desde Madrid llegaban a diario camiones, con ocho o diez personas, camino del Cementerio de Hortaleza donde eran asesinados. Los cadáveres eran abandonados sin practicar ningún tipo de identificación. Dándose la circunstancia de que en alguno de ellos, los propios autores, se apoderaban de los pocos objetos de valor que portaban los asesinados, después de su muerte.

La labor de identificación trataron de llevarla a cabo Miguel Morales, que era el Juez Municipal, D. Agustín Calvo, como médico del pueblo y D. Mariano Bernabé, como secretario del juzgado municipal. Según apreciación de este último el número de asesinados en Hortaleza puede alcanzar la cifra de trescientas personas.

D. Mariano Bernabé Vicente estuvo de Secretario del Juzgado Municipal de Hortaleza desde el año 1923 hasta el mes de agosto de 1936, en que se vió obligado a abandonar el cargo por la denuncia de Fernando Jiménez, que era el oficial del Juzgado.

Desde que se declaró la guerra hasta que Mariano Bernabé huyó de Hortaleza intervino, aproximadamente, en ochenta identificaciones; del resto, especialmente de unas cien inscripciones, no se tienen ninguna referencia. Probablemente la causa esté, según supone el Sr, Bernabé, en el abandono del Secretario judicial que le sustituyó, que fue el mismo oficial que le había denunciado anteriormente.

Junto con las tareas de identificación llevadas a cabo por Miguel Morales, D. Agustín y el secretario Mariano Bernabé, se incoaron diligencias del hallazgo de los cadáveres en las que se hacía constar la aparición del cadáver, las ropas y los efectos encontrados; con especial cuidado se señalaba el lugar exacto que ocupaba el cadáver, en la fosa. Posteriormente, las diligencias, eran enviadas al Juzgado de Instrucción de Colmenar Viejo.

A pesar de las dificultades encontradas, pudieron llevarse a cabo algunas identificaciones entre las que se encuentran las del magistrado Sr. Fernández Cancela, o la del Magistral de la Catedral de Burgos, el padre Gómez Rojí, o la del torero Victoriano Roger «Valencia II», que fue fusilado el 18 de diciembre de 1936, en la carretera de Hortaleza, el mismo día que cumplía 38 años, al parecer denunciado como fascista por su amante para quedarse con sus joyas.

Durante la contienda se borraron las pruebas de tales asesinatos; fueron destruidos los archivos del Juzgado de Colmenar Viejo, así como los paquetes de ropa y efectos de las víctimas que estaban guardados en Hortaleza. Y, también, desaparecieron las notas guardadas por D. Agustin respecto de la situación de los cadáveres en las fosas.

Una vez finalizada la contienda, el día 13 de agosto de 1942, Mariano Bernabé presentó una declaración jurada donde relata cómo, a los cuatro días de producirse el Alzamiento, empezaron a llegar coches procedentes de Madrid conduciendo detenidos que eran asesinados por las milicias que los acompañaban en las inmediaciones del pueblo de Hortaleza.

De la misma manera se produjeron otras declaraciones de testigos reclamando la identificación de las personas que yacían en fosas sin identificar.

Así fue el caso de Dª Andrea Chacón Serrano que el día 12 de febrero de 1943 se dirigió al Fiscal Delegado de la Causa General, para informarle de que sabía, con toda seguridad, que en el pueblo de Hortaleza (Madrid), en un corralito inmediato al Cementerio Municipal, existen enterrados un gran número de Mártires de la Cruzada, que fueron asesinados por la horda roja, en su mayor parte militares y sacerdotes, encontrándose en completo abandono, sin que haya sido tomada medida alguna, por ninguna autoridad, ni organización.

El dia 15 de noviembre de 1944 el secretario del Fiscal Jefe encargado de la Causa General envió un oficio a D. Francisco Corso Machuca, Fiscal Instructor Delegado, para que lleve a cabo la dirección de la exhumación de los cadáveres que se encuentran en una fosa, identificada con el número 22, en el cementerio de Hortaleza.

Dos días más tarde, concretamente el 17 de noviembre de 1944, se llevó a cabo la exhumación de los cadáveres depositados en la mencionada fosa, para su identificación. El Fiscal Instructor Delegado, asistido por el Secretario, con la presencia del médico forense D. Manuel Pérez de Petinto y de Dª Adelaida Palacios Oráa, procedieron al reconocimiento de los cadáveres. Se reconocieron doce cadáveres, pero sólo se pudo identificar al número 3, correspondiente a Pedro Guerra Palacios. Del resto se tomó nota de alguno de los rasgos como la talla, el pelo o la dentadura.

Cada uno de los restos fueron depositados en féretros independientes y trasladados al Campo Santo de Paracuellos del Jarama donde se procedió a la re inhumación de los restos en la fosa denominada «Pardo-Canillas.»