Es difícil determinar qué figura es más relevante para  un municipio, si la del alcalde o la del secretario. Si, además, se trata de un municipio pequeño, aún es mayor la importancia y relevancia que adquiere la figura del secretario municipal.

Nada de lo que ocurre en cualquier municipio deja de pasar por las manos de su secretario. Ninguno de los proyectos de la Junta Municipal se escapa a su participación. Es más, no sería exagerado pensar, que nada hace el Alcalde sin que el secretario lo vea anteriormente y preste su conformidad, personal y a la normativa aplicable.

En Hortaleza hemos tenido secretarios para todos los gustos, desde los que han desempeñado su cargo con una abnegación digna de elogio, hasta alguno que ha tenido la tentación de falsificar documentos municipales, o que ha aprovechado su posición de confianza y conocimiento, para malversar fondos municipales.

Afortunadamente son más los que han desempeñado su trabajo dentro de los  límites que la responsabilidad del cargo exigía, que los que han dejado su huella por alguna de estas circunstancias impropias de un funcionario del Estado, sin embargo, serán estos últimos los que más lugar ocuparán en este capítulo.

En 1.872, en pleno sexenio revolucionario, siendo alcalde Bonifacio Marqués, fue nombrado Secretario Municipal  Juan San Martín, que era vecino de Barajas y también  Secretario de Canillas.

Durante más de cuatro años estuvo simultaneando la función de secretario de Hortaleza y Canillas hasta que, a finales de 1876, comunicó al Ayuntamiento su imposibilidad de seguir en esa situación y  que se veía en la necesidad de abandonar su cargo en Hortaleza,  salvo que el Ayuntamiento aceptara que siguiera en los dos municipios y, en ese caso,  le autorizara a nombrar un auxiliar que pudiera legalizar los actos en los que él no pudiera concurrir.

El Ayuntamiento accedió a la petición del Sr. San Martín y le permitió que nombrara a Casiano Guijarro, como auxiliar, puesto que éste había sido secretario de Canillejas.

Al mes siguiente, como sospechaba el ayuntamiento, se produjo la renuncia del Sr. San Martín. El Ayuntamiento, mientras decidía qué hacer, se vio  en la premura de nombrar secretario interino al mencionado Casiano Guijarro.

En el mes de febrero de 1877 el ayuntamiento acordó la destitución del Sr. Guijarro porque aprovechando un permiso de cuatro días se ausentó de la localidad por más de veinte, dejando abandonadas todas las tareas administrativas del ayuntamiento, incluidas las de administración de la justicia.

Se nombró como secretario interino a D. Juan Rubio

Esta actitud de un secretario, de aconsejar el nombramiento de otro para un periodo de sustitución, o de supuesta enfermedad, se repetiría con cierta similitud a lo largo de los siguientes setenta años. Era la forma de proceder habitual cuando un secretario estaba preparando su salida de un municipio y ya tenía un pie en el otro.

La falsificación de documentación municipal.

Poco después de la salida, cómo secretario municipal del Sr. San Martín, llegó al conocimiento de Nicasio José, que era concejal del Ayuntamiento en esas fechas  que en el acta del remate de los artículos de Consumo, celebrado el día 30 de Junio de 1.875, estaba estampada su firma sin que él tuviera conocimiento del hecho.

Nicasio José se dirigió al Alcalde, Pedro Rodríguez, solicitando una copia de la mencionada acta para verificar la información que le había llegado a su conocimiento. Efectivamente, en el documento mencionado, aparecía su firma, tal como le habían informado sin que él la reconociera, ni tuviera nada que ver con su contenido.   

El Ayuntamiento, en el análisis del mencionado documento, comparó  el nombre,  apellidos y la rúbrica que aparecían en el documento, con la que el  mencionado Nicasio José acostumbraba a firmar y, después de examinarla llegaron a la conclusión de que la firma que figuraba en el acta  no había sido  puesta por Nicasio José y  sí, por quien había redactado el documento, que había sido el Secretario del Ayuntamiento.

Se acordó que, junto con el certificado del propio Ayuntamiento, aclarando tal circunstancia,   se remitiera escrito al Juzgado de Primera Instancia del  Partido Judicial para que, de oficio, se procediera criminalmente contra D. Juan San Martín.

No seria el único acontecimiento en el que se vería envuelto el Sr. San Martín, pues el 26 de Octubre de 1874 había cobrado la cantidad de 2.326,36 reales, de D. Joaquín Belios, que era el apoderado municipal para las operaciones que se tuvieran que realizar en Madrid.  La autorización para llevar a cabo el cobro se la había dado el alcalde Eustaquio Núñez. En 1882, ocho años más tarde, siendo alcalde Pedro Marqués Mendoza, continuaba sin justificarse dicho ingreso.

Además de las reclamaciones que se habían hecho al Sr. San Martín se reiteraron ante  Eustaquio Núñez, para que presentara la documentación y las cuentas del ejercicio 1874-1875  al Ayuntamiento.  

El final de la historia es que de ese dinero nunca más se supo. Cuando salió El Sr. Núñez del Ayuntamiento,  ni él, ni el secretario, ni el depositario de los fondos municipales, entregaron ningún documento al Ayuntamiento que justificara el destino de dinero. El asunto no fue un hecho aislado pues tampoco se entregaron el resto de documentos municipales.

Casi 50 años después volvimos a las andadas.

El  año 1924 arrancó con problemas en la secretaría del Ayuntamiento. El  titular D. Rafael García Postigo pidió licencia de dos meses de empleo y sueldo, a lo que accedió el Ayuntamiento.

Transcurridos los dos meses, el Sr. García Postigo presentó su dimisión recomendando el nombramiento de Rafael García Ortega, que era su hijo y que ya estaba ocupando el  cargo de secretario del Juzgado. durante la ausencia de su padre.

A Rafael García Ortega le sustituyó Marcial Aguirre quien haría buenos a los anteriores.

Marcial Aguirre durante su estancia en el Ayuntamiento dejó sin justificar varias cantidades de dinero, lo que originaria su destitución y posterior denuncia ante el juzgado de Colmenar Viejo. La destitución se produjo el 9 de Febrero de 1925 por orden del Delegado Gubernativo. También resultó problemática la entrega de documentación municipal al abandonar su cargo.

El cesado se comprometió a entregar los justificantes de todo lo cobrado en el plazo de quince días. En la entrega de los mismos, no pudo justificar algunas partidas económicas, así como la  ausencia de los libros de actas de sesiones y arqueo de la caja municipal. Tampoco  justificó, debidamente, la ausencia de 83 pólizas de una peseta que faltaban en las arcas municipales.

Ante la existencia  de tantos desajustes económicos imputados a la gestión del Sr. Aguirre, el alcalde Zacarías Gil Acevedo, en nombre del Ayuntamiento,  procedió a presentar demanda contra él por apropiación de 250 pesetas, que había cobrado del Sr. Pérez Úbeda, que era el apoderado del Ayuntamiento, sin que tuviera ninguna autorización para realizar este tipo de gestiones.

El mismo día en que se destituyó al Sr. Aguirre,  fue nombrado, como secretario interino,  D. Fernando Bartolomé López.

Si la gestión del Sr. Aguirre había resultado reprochable,  su sustituto no le iba a la zaga. En poco tiempo demostró una capacidad impresionante para malversar y desatender sus funciones, difícil de superar.

El Sr. Bartolomé que había sido designado por orden del Gobernador Civil pronto demostró su poco interés en desempeñar el cargo. Eran continuas sus ausencias del ayuntamiento, sin justificación, hasta que un buen día  desapareció sin dejar rastro de ningún tipo.

El Ayuntamiento, que  estaba cansado de su  actitud, decidió cesarlo en el cargo y  poner su desaparición en  conocimiento del Director de Seguridad,  quien encargó a  la Guardia Civil que averiguara su paradero. En su sustitución fué nombrado nuevo secretario Miguel Bernal López.

La huida del Sr. Bartolomé tenía preocupados a los miembros del Ayuntamiento, que no conocían las razones de su estampida ni tampoco lo que hubiera podido hacer durante su estancia al frente de la secretaria municipal.  

Cuando fueron a liquidar, a mediados del mes de Enero de 1.926,  la gestión de D. Fernando Bartolomé, descubrieron, entre otras cantidades, un saldo a favor del Ayuntamiento que no se había justificado por parte del secretario, así como el importe de 1.300 pesetas del  legado de Dª. Luisa Aguado.

El Sr. Bartolomé, abusando de la confianza entre alcalde y secretario, se apropió de las 1.300 pesetas que le entregó en mano el entonces Alcalde Andrés Obispo, para su custodia, como ocurría habitualmente con el dinero del legado de Doña Luisa Aguado. Después de varias gestiones, el Sr. Bartolomé fue localizado y conminado por el Ayuntamiento para que procediera a la devolución de las cantidades que se le reclamaban.

La Malversación del Sr. Bartolomé

En vista de su actitud delictiva fue denunciado por malversación de fondos públicos. Se celebró el juicio en el que resultó condenado, sin embargo, transcurridos más de dos años, el Ayuntamiento seguía sin noticias de cómo iba a recuperar el dinero malversado por Fernando Bartolomé.

Se tuvo que enviar un oficio al Sr. Juez de Instrucción del partido de Colmenar Viejo, solicitándole que procediera a la ejecución de la sentencia y que enviara, a su vez, un oficio al Excmo. Sr. Director General de la Deuda y Clases Pasivas, con el fin de que se sirviera retener de la pensión, que percibía el mencionado Sr. Bartolomé, la parte que correspondiera, hasta que se reintegrara el total de las 1.300  pesetas que malversó de los fondos municipales.

Sorprendentemente para el Ayuntamiento en el mes de Marzo de 1.930 tuvo conocimiento del indulto de D. Fernando Bartolomé López, sobre la sentencia de malversación de fondos correspondientes al legado de Dª Luisa Aguado,  por el que había sido condenado. La sentencia había resultado “sobreseída” por la Audiencia Provincial, según consta en el acta del propio Ayuntamiento, del  día 4 de Agosto de 1.930.

En el año1.932, el primer Ayuntamiento republicano, ordenó al secretario que se investigara la gestión correspondiente a los años 1.925 y 1.926 que correspondían al mandato de los ex-alcaldes Andrés Obispo y Federico Núñez.

Es de suponer que el cambio político que se había producido, trajera  aires  revisionistas y  el Ayuntamiento optara por ello para satisfacer algún principio reivindicatorio.

El ayuntamiento solicitó dos informes sobre el tema de la malversación del Sr. Bartolomé a dos abogados diferentes, uno  al letrado D. Leovigildo Ponce de León. Ambos informes resultaron del agrado de la Corporación. En los dos informes se señalaba que, si el malversador resultaba insolvente, procedía ir contra el ex-alcalde D. Andrés Obispo López, que fue quien le entregó el dinero en mano al secretario y no lo hizo en la Caja  municipal, como debió.

De acuerdo con los informes recibidos de los letrados, el Ayuntamiento decidió exigir  responsabilidades a Andrés Obispo.

El desarrollo de los acontecimientos posteriores puedes leerlo en «el juicio de Andres Obispo»

El baile de los Secretarios.

Retomando el relato de los acontecimientos donde nos habíamos quedado antes de describir el caso de la malversación de fondos de D. Fernando Bartolomé, hay que reseñar que, después de los hechos relatados entre 1.924 y 1.926, parecía que con la llegada de D. Miguel Bernal López, como secretario municipal, empezaría a cambiar el continuo desfile de secretarios y, con ellos, se terminarían los problemas, principalmente, los relacionados con temas económicos.  Pues no fue así. Para un secretario que apuntaba una gestión adecuada pronto se terminó su estancia en Hortaleza, ya que le había sido concedida la plaza de Secretario del Ayuntamiento de Torrelodones y  presentó su dimisión en Hortaleza.

A diferencia de los anteriores, cuando  liquidó sus cuentas, entregó toda la documentación correctamente, así como las cuentas de la  caja municipal en la que existía la cantidad de 24,92 pesetas.

Después del Sr. Bernal, se nombró secretario al aspirante D. Andrés Gómez, que también presentó su dimisión,  tras haber seguido el mismo procedimiento que sus predecesores, cual era el de solicitar primero un periodo de días de permiso, sin sueldo y,  posteriormente, presentar su renuncia del cargo.

A punto de finalizar el año 1927 y continuaba  pendiente de nombramiento del  Secretario Municipal, aunque, desde el último mes de Junio lo venía ejerciendo,  de forma interina, D. Antonio Vista Núñez. 

Para ocupar la vacante publicada se presentaron 68 solicitudes, que fueron leídas y revisadas por todos los miembros de la Junta Municipal. Finalmente fue elegido el Sr. Vista debido a lo satisfactoria que estaba resultando su gestión hasta el momento, para la Corporación.

El día 25 de Mayo  de 1936 se produjo la permuta del secretario D. Antonio Vista, que llevaba en su cargo casi diez años, por D. Julián del Santo Alcalde, que lo era de Langa de Duero.

Aunque legalmente esta solicitud, realizada de mutuo acuerdo,  no podía ser denegada, era necesario que se llevaran a cabo los trámites formales en todos los organismos afectados, como eran los Ayuntamientos de Hortaleza y de Langa de Duero, la Dirección General de Administración Local y el Gobernador Civil de la provincia.

 El 16 de Junio notificó la Dirección General de Administración Local que había sido aprobada la permuta del actual secretario por D. Julián del Santo Alcalde, sin embargo el 4 de Agosto de 1936,  se produjo la desaparición de Julián de Santos del Ayuntamiento, sin que se supiera su paradero.

Se  intentó nombrar secretario interino a Benito Rubio Aragoneses, que estaba prestando su servicio militar en el 5º Regimiento – “Batallón de Juventudes Campesinas”-.  Se le pidió al comandante General del mencionado cuerpo que le relegara de sus funciones como miliciano. No tuvieron éxito con la petición y Benito Rubio Aragoneses no se pudo presentar para tomar posesión del cargo,  por lo que se tuvo que buscar otra alternativa.

Se nombró  a Tomás González Hernández como secretario municipal, pero a medida que transcurría el tiempo  los servicios iban acumulando retrasos, por lo que se volvió a la carga con el nombramiento de Benito Rubio, en esta ocasión,  como ayudante del recién nombrado secretario, con la categoría de interino y con la dotación de 160 pesetas mensuales. 

En Abril de 1.939 el baile de secretarios continuaba. Cuando no era por unas razones,  era por  otras, el caso es que, de forma casi continuada, se  producían sucesivas sustituciones del cargo de  secretario municipal. Ahora era el Colegio Oficial de Secretarios quien ordenaba se nombrara  Secretario municipal interino a Don Adolfo Pallarés Panadero, que pertenecía al Cuerpo de Administración Local, ya que  el que estaba en el cargo,  Don Felipe Rodríguez Valencia,  no formaba parte del mismo.

La decisión no fue  del agrado de la Comisión, ya que  estaba conforme con el trabajo que Felipe Rodríguez venia realizando, lo que dio origen a un debate acerca de la conveniencia o no, de seguir lo manifestado por el Colegio Oficial de Secretarios.

Después de una consulta previa acordaron proceder al nombramiento del Sr. Pallarés, cuando se presentase a tomar posesión de su cargo y, mientras tanto, se nombró Secretario accidental al Sr. Rodríguez Valencia, por un tiempo máximo de dos meses, para que encontrara nueva colocación.

En el mes de Agosto cesó también El Sr. Rodríguez Valencia y fue nombrado Don José Sánchez Castro y éste, siguiendo la rueda del bailes,  hizo lo propio para trasladarse a Valdemoro y dejar vacante la plaza que ocuparía Don Juan Bautista González Escribano.

El poder de convicción de los secretarios.

Se ha mencionado la influencia que los secretarios tienen en el Alcalde y en toda la Junta Municipal. Así como la facilidad para dibujar su propia realidad municipal, máxime, cuando se  trataba de algún asunto que le pudiera beneficiar o interesar personalmente. 

Para ilustrar lo anterior, se transcribe parte del acta del día 5 de Julio de 1944, que se extendió para confeccionar el informe preceptivo, en el proceso de la adjudicación del concurso para proveer en propiedad la plaza de Secretario del Ayuntamiento.

En Informe, que se supone debió elaborar la Corporación, se recoge con su redacción original y sus signos de puntuación tal y como aparece textualmente en el acta de la sesión del día 5 de Julio de 1944:

Del examen de las circunstancias que concurren en los aspirantes a la Plaza de Secretario de este Ayuntamiento, no tiene mas remedio, esta Comisión Gestora, que hacer un elogio a la persona de D. Tomas González Hernández, Secretario interino de esta Corporación, quien desde los primeros momentos, que se hizo cargo de esta secretaria el 20 de Enero de 1941 que la situación económica de este municipio era tan crítica y difícil , de verdadera penuria, que no se podían atender las obligaciones mas perentorias de este municipio, hasta la fecha, que vislumbra un porvenir alagüeño, gracias a su celo, probidad, competencia y capacidad han hecho que los tres años y medio que lleva desempeñando el cargo de Secretario interino de este Municipio se hayan pagado en Hacienda y Diputación provincial todas las deudas pendientes desde 1938, han quedado liquidadas, buscando nuevas fuentes de ingresos, se ha logrado la compra de la Casa Consistorial, que nunca pudo adquirirse por estas y otras muchas razones meritorias de este funcionario, este Ayuntamiento le gratificara con tres mil pesetas sobre su sueldo, como premio a su acertadísima gestión en pro de los intereses municipales, habiendo llevado al animo de la Corporación la tranquilidad y confianza, por cuyo motivo , y que ello signifique desdoro alguno para los demás concursantes este Ayuntamiento Suplica a la Superioridad que el nombramiento de Secretario en Propiedad de este Municipio recaiga en quien además concurre la circunstancia de ser adherido a F.E.T y de las J.O.N.S., desempeñando actualmente el cargo de Corresponsal de la Obra de Previsión Social a satisfacción de este vecindario en general.” 

Con la lectura del informe quedan pocos comentarios que añadir acerca de la influencia mencionada. El informe parece escrito por el propio secretario que, además de describir una situación  distante de la real en esos momentos en Hortaleza, se apunta todas los meritos de la gestión municipal.

En el descargo de D. Tomas González Hernández hay que manifestar que,  por su profesionalidad, debe ser destacado como uno de los más eficaces Secretarios que ha tenido el Ayuntamiento de Hortaleza.

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