La fuente de Lozoya
La primera fuente de agua de Lozoya en Hortaleza se puso, en 1914, en la Plaza de la Constitución y se la llamó La Bomba. Se hizo siendo alcalde de Hortaleza D. Eduardo Núñez Marqués. No se sabe a qué obedeció el sobrenombre de “La Bomba”, al menos yo no he conseguido ninguna información que lo aclare.
Tanto por razones sanitarias como por su facilidad, poco a poco se fue abandonando el consumo de agua de los pozos particulares, el que lo tenía y se fue incrementando la costumbre de acudir “a por agua” a la fuente del pueblo. Este incremento de la demanda de agua de parte de los vecinos puso en evidencia la necesidad de aumentar el suministro. Mientras esto se hacia efectivo el ayuntamiento no tuvo mas remedio que tratar de regularlo.
Así acordó fijar un arbitrio en base a cada cubo o cántaro de agua que se cogiera. El tributo consistía en el pago de 5 céntimos por cada cántaro o vasija que se llenara de la fuente de Lozoya. El control y cobro se le encomendó al alguacil, D. Casíldo Sánchez que, además de sus tareas en el Ayuntamiento, debía estar pendiente de las idas y venidas de los vecinos a la fuente. Se le concedió una gratificación anual de 11,7 pesetas por el incremento de trabajo que esto le suponía.
El importe de 5 céntimos fijado por cada cántaro o vasija resultaba excesivamente caro para los vecinos, que pronto expresaron sus quejas ante el Ayuntamiento. Como era de esperar la medida adoptada por El Ayuntamiento no solo produjo las quejas pertinentes sino que produjo un enorme descontento de los vecinos. Con la medida se pretendía regular el consumo pero la necesidad de abastecimiento era tan manifiesta que el ayuntamiento tuvo que revisar el arbitrio y reducir su importe a la mitad.
Así, con los 5 céntimos que antes se cobraban por cada cántaro, después de la revisión que se había realizado, se podían llenar dos cantaros, incluso, se podía elegir entre llenar dos cantaros o dos cubos, o la mezcla de ambos. Este tributo estuvo en vigor hasta 1939.
Los problemas de suministro, que dejaban largas temporadas sin agua a la población se unían a la baja calidad de las mismas por lo que, tanto en el Ayuntamiento como el resto del vecindario tenían una honda preocupación por el asunto.
En 1927 El Ayuntamiento tuvo noticias de que la Diputación Provincial estaba subvencionando a los municipios para mejorar el abastecimiento de agua de los mismos. El Alcalde D. Federico Núñez, se dirigió al Presidente de la Diputación solicitándole una subvención de 12.000 pesetas, con el propósito de destinarla a la busca de mayor caudal de agua. La petición tuvo poco éxito ya que transcurridos más de 3 años, la subvención no terminaba de concederse y los problemas seguían en el mismo estado.
Por otra parte, la Compañía Madrileña de Urbanización estaba revisando los contratos de suministro a la población y, en ese sentido, mandó un oficio al Ayuntamiento preguntándole sobre las fuentes que pretendía tener abiertas para incluirlas en el contrato. La respuesta del Ayuntamiento no se hizo esperar, contestó a la Compañía Madrileña resaltando el mal servicio de abastecimiento que estaba recibiendo y muy especialmente desde que había comenzado el verano. No obstante y para mejorar el abastecimiento de la población el Ayuntamiento manifestó su intención de formalizar un nuevo contrato con dos fuentes en lugar de una como hasta ahora.
En el año 1934, con motivo de la la construcción de las escuelas la fuente fué retranqueada unos metros hacia el centro de la plaza puesto que estaba ubicada dentro de la parcela en la que estaba construyendo el edificio de las escuelas.
En el año 2.008, con ocasión de la remodelación de la Plaza del Doctor Calvo Pérez la fuente volvió a ser desplazada hacia el interior de la plaza unos cuantos metros.
Si la primera ocasión se respetó y conservó la fuente tal y cómo fue construida en 1.914. Sin embargo en esta ocasión, haciendo un alarde de mal gusto y poco respeto a su significado histórico, la fuente ha sido manipulada puliendo la piedra original, provocando la desaparición de la inscripción existente y sustituyéndola por una lapidaria placa donde se ha inscrito el texto original. Sin duda se trata de un acto de falta de sensibilidad de las personas responsables a las que, modestamente advertí, antes de su pifia histórica.
Con el paso del tiempo se fue dotando al municipio de más puntos de abastecimiento de agua. Se instaló otra fuente en “El Paseo”, enfrente del Hogar Clara Eugenia ; y años mas tarde otra, cerca de la Iglesia. Y en este sentido hay que recordar que a mediados del siglo XX, bastantes años después de la anexión de Hortaleza a Madrid la mayoría de casas del pueblo- por entonces ya barrio- no disponía de agua corriente, ni alcantarillado. Para minimizar el problema de abastecimiento de agua el Ayuntamiento de Madrid se vio en la necesidad de establecer un servicio de camiones cisternas, con agua potable, que acudían, dos o tres días a la semana, a las fuentes existentes para cargar las cisternas y llevarlas a determinados puntos del pueblo, y así abastecer a los vecinos cuyas casas estaban lejos de las fuentes.
El Pozo de la Villa
Antes de que Hortaleza tuviera abastecimiento de agua de Lozoya el consumo de la población se producía a través de los diferentes pozos existentes en la villa y de algunos particulares que disponían de sus propios pozos para su consumo.
Ante la escasez de agua de la población, el vecindario se dirigió al alcalde del momento, Pedro Rodriguez, para expresarle su malestar por la ausencia de un recurso tan necesario para la vida. Justificando su malestar en que se veían obligados a desplazarse a los pueblos inmediatos en busca de agua.
El Ayuntamiento reunido en la sesión del día 5 de Junio 1876 acordó la apertura de un nuevo pozo en un terreno de propios situado entre la carretera a Madrid y el camino que se dirigía a Chamartín. El 2 de julio acordaron la construcción e una caseta y la compra de una bomba que se cubriria con el presupuesto de fuentes y cañerias.
Era un lugar próximo a la actual Plaza de Santos de la Humosa y cerca de un núcleo de casas que existían en el margen derecho de la salida de la población en dirección a Madrid entre las que se encontraba la «casa de vinagre».
La existencia del Pozo de la Villa no resolvía las necesidades de abastecimiento de la población y las protestas del vecindario eran constantes ante el ayuntamiento. Aunque la situación económica del ayuntamiento era lamentable la preocupación por el problema no había desaparecido por lo que en los presupuestos económicos municipales del año 1902 consignaron una partida de 75 pesetas para buscar nuevas fuentes que permitieran mejorar la situación.
Los trabajos para buscar agua se centraron en la charca denominada de las Cruces. Los trabajos de inspección y vigilancia se le encomendaron a Cipriano Molpeceres, que por entonces era concejal del ayuntamiento. La cantidad asignada de 75 pesetas resultaba a todas luces insuficientes para abordar el problema, por lo que se le autorizo al Alcalde, D. Eduardo Núñez Marqués, para que abriera una suscripción particular y voluntaria, entre el vecindario y los hacendados forasteros para recaudar fondos al fin que se perseguía.
En 1914, como queda dicho en otro lugar, se inauguró la Fuente de Lozoya con lo que se había paliado de alguna manera el abastecimiento de la población lo que ocasionó el abandono del Pozo de la Villa.
El suministro de agua de Lozoya estaba resultando insuficiente y en muchos casos de mala calidad, por lo que volvieron los problemas de abastecimiento de la población. Ante la crisis de recursos de agua y la existencia de paro obrero cada vez mas agobiante, en 1931, siendo alcalde D. Rafael Ortega, el ayuntamiento tuvo que recurrir a la construcción de un pozo de agua potable en el Pozo de la Villa, en el mismo lugar donde había existido el construido en 1876 y que, incomprensiblemente, se había perdido por abandono. Se construyó una pequeña caseta para colocar una bomba que se pensaba comprar con los fondos consignados en el presupuesto para fuentes y cañerías.
El Ayuntamiento aprovecho esta ocasión para dar ocupación a algunos vecinos del pueblo. Se abrió un concurso público, mediante el cual se aceptó la propuesta de tres vecinos: Teodoro Molpeceres Molpeceres, Antonio García Torres y Braulio Frutos Martín, por un presupuesto de 500 pesetas.
Para comenzar las obras se solicitó la oportuna licencia a la Diputación Provincial, permiso que se demoró en exceso por lo que decidieron comenzarlas sin recibir la respuesta de la Diputación Provincial, dándose la circunstancia de que cuando llegó la autorización y las normas para su construcción, el pozo ya se había terminado y se había inaugurado, lo que aconteció el día 5 de Julio de 1931.
El Pozo de la Charca Juana
Una vez llevadas a cabo las obras del Pozo de la Villa tocaba el turno a la fuente de la Charca Juana. La fuente había sido construida en 1851 y después de 80 años su estado era tal, que apenas se podían aprovechar sus aguas, ni siquiera para que bebiera el ganado. El ayuntamiento decidió abandonarla y construir un pozo revestido de ladrillo con su puerta metálica instalando una bomba para extraer el agua que iba a un pequeño pilón mediante el cual podían aprovechar las aguas para que bebieran las caballerias
Al mismo tiempo que se realizaron las obras de la fuente se aprovechó para el allanado de una parcela de terreno contigua a la misma, en la que se pretendía hacer una buena plantación de arbolado, para embellecer y alegrar el lugar y convertirlo en un paraje bastante mas habitable que lo que había sido hasta entonces.
Una vez terminada la reforma de la fuente y plantados sus árboles, todos se sintieron muy satisfechos, puesto que, además de la utilidad que representaba el nuevo pozo para la villa, se había mejorado su entorno y cumplido otro de los objetivos que era minimizar los efectos del paro obrero.
En 1909 Roman Martinez solicitó del ayuntamiento el aprovechamiento de la pradera y del agua sobrante de la Fuente de la Charca Juana, solicitud que fue concedida de forma gratuita por un año con la condición de que el abrevadero y el camino contiguo se encontrara siempre en buenas condiciones. También se acordó que si el solicitante necesitará prorrogar la concesión, se la concederían por dos años mas pero con la obligación de satisfacer la cuota anual que el ayuntamiento acordara.
En el verano de 1939 se tuvo que volver a arreglar el pozo de la Charca Juana, colocando una cadena, una nueva garrucha y un cubo.