Hortaleza tenía cerca de 140 casas a mediados del siglo XIX, agrupadas en 18 manzanas, alguna de ellas compuesta tan solo por 4 casas. El censo de población ascendía a 77 vecinos y casi 400 habitantes.
El origen del casco urbano se desarrolló alrededor de las Calle Alta de Burgos y la Calle Baja de Burgos, que coinciden con las actuales calles del Mar Negro y Mar Amarillo.
Hasta el mes de Octubre de 1887 no se procedió a la rotulación de sus calles ni a la numeración de sus edificios.
Uno de los primeros planos callejeros disponibles data de 1900 y en él aparecen reflejadas unas veinte calles, cuyos nombres eran fruto de topónimos del pueblo o de la costumbre popular. En unos casos el nombre de las calles se correspondía con el nombre de su destino – calle de Alcobendas-, o las mencionadas Calle Alta de Burgos o Calle Baja de Burgos, o bien, se le ponía al nombre a la calle porque en ella existía una industria o un lugar fácil de identificar, por ejemplo la calle del Mesón, la calle de la Iglesia, la calle de la Fuente etc.
El primer intento de dotar de alumbrado eléctrico al pueblo se llevó a cabo en el mes de Febrero de 1905, siendo alcalde D. Eduardo Núñez Marqués, cuando se recibió en el Ayuntamiento una instancia presentada por D. Julio de la Loma, que era el encargado de establecer una fábrica de Electricidad en la Ciudad Lineal, solicitando permiso para colocar postes transmisores en el camino de Canillas y en algunas calles del pueblo con objeto de traer una red de dicha fabrica a Hortaleza para la instalación del alumbrado público.
La Corporación estaba dispuesta a conceder el permiso solicitado siempre que se llegara a un acuerdo con la Compañía Madrileña de Urbanización de la Ciudad Lineal, para que la instalación del tendido eléctrico y de los postes, fuera por cuenta de la mencionada compañía y que la instalación permitiera establecer el alumbrado público y el particular en todo el pueblo. La instalación se hizo a lo largo de 1906.
Al hablar de las calles y plazas del casco urbano, la circunstancia que más llama la atención es la ausencia de una plaza digna de ser el centro de la población.
Hoy, con la perspectiva del paso de los años, no se adivinan razones de peso para que, alguna de las diferentes corporaciones municipales, no abordara un plan urbanístico pensando no solo en las necesidades del momento sino con cierta proyección al futuro.
Quizá habría de hablar de excepcionales los pueblos que no cuentan con una plaza mayor digna de tal nombre, algunos desde la edad media y el resto a lo largo de los siglos XIX y XX. Aún los más pequeños municipios, con serias limitaciones orográficas, cuentan con su Plaza Mayor, en la que suele estar ubicada su Casa Consistorial.
En Hortaleza ni lo uno ni lo otro. Ni existió una Plaza Mayor digna de tal denominación, ni ha existido una Casa Consistorial propiedad del Ayuntamiento durante muchos años. A este último aspecto le dedicaremos un capitulo especifico para intentar comprender el por qué de tan significativa ausencia.
Respecto de la inexistencia de una Plaza Mayor en el municipio, no parece razonable contraponer que la existente cumplía sobradamente con las necesidades y representación adecuada. No me cabe ninguna duda de que debieron existir razones que justificaran la actitud de las diferentes Corporaciones para no abordar un plan urbanístico que la contemplara. Sin embargo, he de reconocer, a pesar del tiempo dedicado a bucear en parte de la documentación oficial del Ayuntamiento, que no he encontrado nada que aclarara las razones de tal actuación, ni siquiera he obtenido alguna pista para comprender los motivos de su inexistencia.
En un relato histórico como este, en el que se citan datos de edificios, calles y plazas cuyas reseñas han desaparecido, o simplemente ha cambiado su denominación con lo que se dificulta su identificación, parece aconsejable tratar de ubicar y relacionar determinados detalles que han desaparecido, con aquellos otros que existen en la actualidad y permiten facilitar su identificación.
CALLE DE ALCOBENDAS
La actual calle de Alcobendas coincide con el tramo inicial del camino que llevaba el nombre de Camino de Alcobendas, y que, también era conocido como la Cuesta de la Tía Victar. Junto con la calle de las Heras[1], son las únicas que han conservado su nombre en los últimos cien años.
A la derecha, según se subía camino de las eras, existía una casa que fue adquirida por D. Jacinto González “El Molinero”, donde se instaló un negocio de piensos con su molino y una pequeña huerta. El molino tuvo su época de esplendor cuando desaparecieron, a finales del siglo XIX los molinos ubicados en el Río Jarama, adonde acudían los agricultores del pueblo con su grano para convertirlo en harina, para pan o alimento para los animales.
Un poco mas arriba, también a la derecha, existía una cueva en la que vivían “El Romo” y su familia. Se trataba de una de esas familias pobres de solemnidad que se mantenían, en gran parte, gracias a la beneficencia del Ayuntamiento.
CALLE MAR NEGRO (CALLE ALTA DE BURGOS)
Partía de la Carretera de Madrid, prácticamente del mismo lugar donde lo hacia la calle del Astial. Desde ese punto, hasta la Plaza del pueblo se le denominaba Calle Alta de Burgos.
A pesar de que su trazado era, prácticamente, continuidad de la Carretera de Madrid, durante muchos años ha sido una calle secundaria del pueblo, debido a que tanto la entrada como la salida de vehículos tenían como única vía la Calle del Astial.
A ambos lados de la calle de Burgos Alta, en las proximidades de la Plaza, estaban la Casa de Federico y, enfrente, la tienda de “Los Tatos”. La casa de Federico, que era de la familia Núñez, era una finca con una casa grande y amplio corral donde se guardaban los aperos de labranza y se estabulaba al ganado, principalmente el ovino y algo de bovino. Era una casa de labor de las mas importantes del pueblo.
Enfrente estuvo la tienda de los Tatos, hasta que, a mediados del siglo XX, fueron construidos, los bloques de viviendas conocidos como los Bloques de Los Tatos, o los Bloques de Nicolás.
Una vez cruzada la Calle de Madrid, actualmente Mar de kara, estaban las casas de la Bernarda, de la Josefa y la cerrajería de Cesáreo. En la otra acera, avanzada la mitad del siglo pasado, se construyeron, dentro de la finca de la Huerta del Cristo de la Salud, las casas de Urbano, Nemesio y posteriormente de Elena, así como la del Sr. Ángel, que eran herederos de Doña Antonia Álvarez.
Muy avanzado el siglo XX, cuando los autobuses que iban a Madrid tenían su salida ya desde el Barrio de San Lorenzo, se utilizó esta calle como vía de salida del pueblo, despejando la congestionada Calle del Astial o Paseo de los Sagrados Corazones.
Durante la II Republica se le cambió el nombre por el de Calle de Ramón y Cajal. Terminada la Guerra Civil, se propuso el cambio de nombre por el de Calvo Sotelo, pero no fue aceptada la propuesta del Ayuntamiento de Hortaleza por el Gobierno Civil, por lo que continuó llamándose calle de Ramón y Cajal
CALLE DEL MAR CASPIO (CALLE DEL ASTIAL)
Era la continuación de la Carretera de Madrid, que se convirtió en la arteria principal del pueblo. Hoy la calle empieza en la plaza de los Santos de la Humosa y termina donde empieza la calle Mar de Bering. Cuando se llamaba Calle del Astial, nacía a la altura de la Gasolinera y llegaba hasta la Plaza del Astial, hoy plaza de Chabuca Granda.
En el siglo pasado la calle no presentaba una regular alineación de casas, tal como ahora aparecen. En el inicio de la calle, entrando en el pueblo, en su margen derecho, se encontraban El Palacio de Buenavista que, después de ampliarle con otras edificaciones a finales del siglo XIX, presentaba un aspecto muy parecido al que ahora nos muestra el Hogar Clara Eugenia. Otra gran edificación se construyó, a continuación en el lugar donde hoy esta ubicada la plaza Chabuca Granda, que fue propiedad de Benito Muñoz.
En el número 18 de la calle estuvo instalada la Casa Consistorial del Ayuntamiento desde el año 1937 hasta el año 1943, en que se trasladó a la calle de la Taberna, 3.
Una vez atravesada la Calle de Madrid, existía un solar, de forma casi rectangular con dos pequeñas casas que era propiedad de la familia López-Frutos, mas conocidos en el pueblo por “los Tatos”, donde fueron construidos tres grandes bloques de viviendas de cinco alturas, que fueron los primeros edificios que se construyeron en Hortaleza, superando las dos alturas permitidas durante muchos años.
Antes de llegar a la Plaza del Astial, en un solar de la familia Ortega, se daban sesiones de cine en el verano, después de la Guerra.
A esta calle también se llamó Paseo de los Sagrados Corazones, mas conocida como “El Paseo”.
Formaba parte de la costumbre de las mocitas del pueblo pasear por él durante las tarde de los domingos, mientras los mozos y algunos hombres jugaban al “chito”[2].
Con ocasión de la II Republica se cambio su denominación por la de Avenida de Galán y García Hernández. Terminada la Guerra civil, volvió a llamarse Paseo de los Sagrados Corazones
PLAZA DE CHABUCA GRANDA (PLAZA DEL ASTIAL)
La Plaza de Chabuca Granda coincide con lo que fue la Plaza del Astial. Sin embargo La plaza del Astial era solo la parte izquierda de la calle Mar Caspio, concretamente el rincón que se forma en el comienzo de la calle Mar Cantábrico, antigua calle de la Taberna.
La actual plaza Chabuca Granda ocupa, prácticamente, el espacio de la finca que se ha descrito más arriba, perteneciente a Benito Muñoz, mas todo lo que correspondía a la Plaza del Astial antigua.
En la fila de casas que se encuentran retranqueada, donde se ensancha el comienzo de la calle Mar Cantábrico, estuvo durante más de veinte años instalado el Cuartel de la Guardia Civil, hasta que se trasladó al nuevo edificio situado en el barrio de La Rusia.
Durante la II Republica se cambio el nombre por el de Plaza de Pablo Iglesias.
CALLE DEL MAR AMARILLO (CALLE BAJA DE BURGOS)
Cómo continuación de la Calle Alta de Burgos, atravesaba la Plaza del pueblo y continuaba hasta la salida por la Charca Juana.
Fue la zona donde se construyeron las primeras casas del núcleo urbano. Era paso obligado de carros y caballerías camino de las eras o en dirección a las tierras de labranza. Debido a su pendiente era una zona de escorrentía de las aguas pluviales que formaban considerables regueras.
Pronto desembocaba en la Plaza de la Fuente, donde estaba el pilón.
Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle del General Moscardo.
CALLE DEL MAR DE ARAL (CALLE DEL BARRIONUEVO)
Su nombre se debió a que a través de ella se accedía al Barrio Nuevo, que era un conjunto de casas que se construyeron en parte de los terrenos de la Huerta del Cristo de la Salud, La mayoría de las casas estaban habitadas por los trabajadores de la finca.
Enfrente de las casas mencionadas, estaban los corrales de las casas que tenían su entrada por la Calle Alta de Burgos. En uno de estos corrales se celebraron los toros durante las fiestas de la Soledad.
La calle era prácticamente la continuación de la Calle de la Noria y terminaba en la calle de Alcobendas. Su prolongación natural hasta la Plaza de la Fuente era una calle pequeñita denominada Calle Fuentes que en unión de la Calle del Barrionuevo forman la actual calle del Mar de Aral.
En el año 1931, durante la II Republica, fue cambiado su nombre por el de Calle del Norte. Una vez terminada la Guerra Civil, se le restituyó el nombre de Calle del Barrionuevo.
CALLE DEL MAR DE OMAN (CALLE DEL CUARTEL)
Se trataba de una de las calles limítrofes del casco urbano con las primeras tierras de labor. Estaba situada al Este del municipio y su nombre es debido a que lindaba con una finca rústica denominada “El Cuartel”.
Para situar al lector, esta finca ocuparía gran parte de lo que hoy es el Barrio de San Lorenzo en la parte que limita con el núcleo del Casco Histórico de Hortaleza.
La calle comenzaba en el flanco norte de la Iglesia de San Matías y descendía hasta la Plaza de la Fuente, conocida mas coloquialmente como “El Pilón”. El desnivel de su recorrido hacía que discurrían las aguas de lluvia procedentes de la zona de la Iglesia y de la Solana. A las regueras que se hacían en el centro de la calle también vertían sus aguas las calles de la Lechuga y del Mesón.
Transitar por ella en época de lluvias era un tanto complicado, debido a la composición gredosa de la tierra, que, mezclada con el agua, formaban un barro pegajoso y escurridizo de color marrón parecido al utilizado en cerámica para la confección de botijos y cántaros.
PLAZA DEL DOCTOR CALVO PEREZ (PLAZA DE LA CONSTITUCION)
A pesar de no reunir unas condiciones apropiadas como Plaza Mayor, tal y como hemos reflejado anteriormente, no por eso dejaba de ser el centro del pueblo donde tenían lugar los acontecimientos más significativos del Ayuntamiento.
En ella estuvo durante muchos años ubicado el Ayuntamiento, las escuelas, el calabozo. Por ser un lugar concurrido y relativamente equidistante del resto de lugares del pueblo en ella se instaló la fuente de Lozoya. También estuvo instalada la farmacia en el rincón que lindaba con “El Garnacho”.
La fuente de Lozoya, que aún se conserva, fue durante muchos años el único punto de abastecimiento de agua de los vecinos del pueblo. Su instalación se produjo en 1914 siendo alcalde D. Eduardo Núñez Marqués.
Durante mucho tiempo las mejores casas del pueblo, al margen de las fincas de recreo, estuvieron situadas en la Plaza de la Constitución. En ella tenían casa, a finales del siglo XIX, D. Guillermo Ballester y D. Celedonio Castro Cañedo entre otros.
También existió la casa donde estuvo “El Garnacho” que tenía entrada tanto por las puertas falsas [3] que daban a la plaza, como por la calle de la Taberna. En la fachada lateral que daba a la plaza había unos respiraderos de piedra de granito que presentaban una inclinación, en relación a la fachada del edificio, para ofrecer una mayor superficie de ventilación de la cueva de “La Bodega”, nombre con el que era conocido “El Garnacho” entre las gentes del pueblo.
Por sus reducidas dimensiones la plaza se quedaba pequeña para organizar los festejos de las fiestas del pueblo, especialmente las novilladas y corridas de toros que hubo lugar. Aunque es cierto que en ella se celebraron algunos los acontecimientos taurinos, no es menos cierto que, en otras ocasiones, se tuvo que recurrir a otros emplazamientos mas adecuados para la celebración de este tipo de festejos.
La plaza tenía en el centro una farola negra de estilo isabelino, junto a la cual se colocaba, durante las fiestas, la típica cucaña, por la que escalaban los mozos, intentando superar su unte grasiento con el propósito de obtener el jamón que les esperaba en lo mas alto y les reconocía con los honores del vencedor del envite.
En una de las últimas reformas, a finales del siglo XX, desapareció la farola y la plaza quedó convertida en un autentico despropósito, pues se pretendió transformarla en un lugar de descanso en el que se plantaron unos pocos árboles y resultó que no era agradable ni para la estancia de los vecinos, ni se había resuelto el tema del trafico rodado de automóviles.
En el mes de Septiembre de 2008 se terminó otra reforma de la plaza en la que se ha modificado el sentido del tráfico rodado, se ha optimizado el espacio para las estancias, se han colocado bancos y farolas de estilo isabelino y se ha reformado la fuente de Lozoya.
La piedra de la fuente es la original de 1914, sin embargo ha desaparecido la inscripción inicial que se ha sido grabada en una plancha que se ha adosado a la piedra original después de haber sido pulida y reformada. La nueva plancha confiere a la fuente un aspecto modernista que en nada contribuye a la conservación que se debería haber exigido de uno de los pocos recuerdos que nos quedan en Hortaleza de su época municipal.
Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Plaza del Generalísimo.
CALLE DEL MAR DE JAPON (CALLE DE LA FUENTE)
Era otra de las escorrentías naturales de las aguas de lluvia. La calle discurría a uno y otro lado de la Calle de la Iglesia, que la cruzaba perpendicularmente. En ella se encontraba la finca de Aníbal, que fue durante muchos años arquitecto municipal de Hortaleza y estaba ubicada exactamente en el parque donde se celebra el baile y se instala el quisco en la celebración de las fiestas de la Virgen de la soledad. Esta finca pasó a ser propiedad municipal y se utilizó, en los años sesenta, como albergue de recogida para indigentes especialmente mujeres.
En la mitad de la calle estaba la Taberna del “Tío Eusebio”. Enfrente, aún se conservan dos de los edificios más antiguos de Hortaleza como son las casas del Sr. Celedonio, y la del Sr. Ángel, el de la Sra. Elvira.
Tanto la casa del Sr. Ángel, como la del Sr. Celedonio, fueron construidas con ladrillo de cara vista de estilo neomudejar, cuyas fachadas muestran clásicos adornos hechos a base del propio ladrillo, característicos del gusto neomudejar de finales del siglo XIX.
Durante la II Republica se la denominó Calle de Luís Tapia. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle Ruiz de Alda.
PLAZA DE LA FUENTE
Se encuentra en la confluencia de las actuales calles de Mar Amarillo y Mar del Japón. El lugar era conocido como “El pilón”, por encontrarse en él una fuente y un pilón donde bebían la mayoría de las cabezas de ganado del Pueblo. “El Pilón” estaba situado, en el lugar que hoy ocupa la nueva fuente, aunque nada tienen que ver el uno con la otra. El agua del “Pilón” procedía de una mina que manaba cerca de donde estaba ubicado el cuartel de la Guardia y Civil y la fuente se abastece de otro tipo de agua.
En la plaza está el edificio que era propiedad de la Sociedad “La Humanitaria”, y que, posteriormente, se convirtió en escuela municipal y ahora es el CEPA de Hortaleza.
Hasta que las construcciones que se levantaron en su alrededor, bien avanzado el siglo XX, no tenía la configuración de una plaza, más bien parecía un cruce de calles, como se ha descrito con anterioridad.
Durante la II Republica se la denominó Plaza del 14 de Abril de 1931. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Plaza de la Fuente
CALLE DEL MAR DE BERING (CALLE DE LA IGLESIA)
Hacía el año 1788 la calle mostraba grandes irregularidades, con un falta absoluta de alineación de sus casas. El dueño de dos de las primeras casas era Ramón Laso de la Vega, vecino de Madrid, que se las había comprado a su vecino Josef Morante.
Debido a la irregularidad del alineamiento se producían unas oscuras rinconadas, que en alguna ocasión fueron aprovechadas por algún desconocido para asustar e insultar a los que por allí pasaban. Esta circunstancia, junto con la irregularidad de su trazado, fueron las razones por la que su propietario solicitó del Ayuntamiento, la alineación de las dos casas con lo que se remodelaba la calle por la que se accedía a la Parroquia del pueblo. Cómo la petición representaba un bien para el común del pueblo fue autorizada por el Ayuntamiento, previa valoración por el maestro Alarife[4], D. Francisco Conejo, que era vecino de Hortaleza.
La calle era continuación de la Calle del Astial y desembocaba en la Plaza de la Iglesia. El trazado de esta calle es otra de las deficiencias urbanísticas del pueblo de Hortaleza. Justo en la intersección con la Calle de la Taberna o calle Mar Cantábrico, que es donde comienza la calle, se produce un estrechamiento de la calzada, formando un autentico cuello de botella que dificultaba considerablemente el tráfico cuando la circulación por la calle era en ambos sentidos. Era el camino obligado en dirección a Barajas o a Canillas.
En el mes de Febrero de 1884 durante las obras de construcción del convento de las Religiosa, todos los escombros del desmonte fueron sacados por la Calle de la Iglesia.El tránsito de carros y las lluvias caídas habían dejado intransitable el acceso hasta la Iglesia. Como el deterioro había sido causado por el continuo discurrir de los volquetes, se realizaron gestiones con D. Francisco Cifuentes, que era el contratista de la mismas, para que aportara la piedra necesaria para la recomposición de la calle. Por su parte el Ayuntamiento se encargaría del resto de los trabajos.
A mediados del siglo XIX, Celestino Ansorena, que tenía una joyería en la calle Espoz y Mina número 1 de Madrid, era el dueño de la casa que, posteriormente, compraron los Padres Paules. En la finca había una huerta de la que sacaban algunos alimentos para propio consumo. El Sr. Ansorena y su familia acudían con cierta frecuencia a la finca de Hortaleza, hasta el punto que se encontraban plenamente integrado en sus en las costumbres locales. No solamente se sentía muy cómodo en Hortaleza, que, incluso, colaboraba con el pueblo en todo lo que estuviera a su alcance. Así formó parte la comisión recaudatoria de fondos para la reconstrucción de la Iglesia en el año 1879.
La calle contaba, a ambos lados, con uno de los núcleos de población mas consolidados del pueblo. En la acera de la derecha ha existido, hasta principios del siglo XXI, “La Taurina” que era un bar propiedad de Miguel “Seis reales”, en el que hubo un frontón. Aunque hubiera alguna apuesta de por medio, lo normal era jugar de sin ningún lance de por medio, pero el Ayuntamiento, conocedor de que esto se realizaba de vez en cuando, estuvo tratando de considerarlo una actividad industrial, en contra, como es lógico suponer, del criterio de su dueño que alegaba que era una diversión y no una actividad mercantil.
En la misma acera estaba la casa de Teodoro Martín, más adelante, la carpintería de Gallardo y la fábrica de embutidos de Nemesio Fernández, para finalizar con el viejo edificio donde estuvo albergado el convento de los Padres Paules, antes de construir el edificio actual del seminario.
En la otra acera, prácticamente al inicio de la calle, se encontraba el solar denominado el “Jardinillo”, donde hubo una taberna conocida con ese mismo nombre , en lo que mas tarde seria llamado “el corral de la Fiscala” que posteriormente fue adquirido por la familia Gallardo.
Mas adelante estaban las casas de la “Sra. Conce” y de la “Sra. Cándida”.
Durante la II Republica se llamó calle de Cervantes
PLAZA DE LA IGLESIA
Es una pequeña plaza que, como su nombre indica, que se encuentra delante de la fachada principal de la Iglesia de San Matías.
Durante la II Republica se llamó Plaza de González Peña. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Plaza de la Iglesia.
CALLE MAR DE LA SONDA (CALLE DE LA LECHUGA)
No se sabe a que se debe el nombre de la calle de la Lechuga. Es una calle corta que une las Calles Mar del Japón y Mar de Omán.
CALLE DE LAS HERAS
Es una calle que servia de acceso a las eras. Cuando se trasladó el cuartel de la guardia civil a la Plaza de la Rusia, se convirtió en su principal vía de acceso.
Durante la II Republica se le denominó Calle Castelar
CALLE DEL MAR DE KARA (CALLE DE MADRID)
Era el comienzo del Camino Viejo de Madrid que nacía en la calle del Astial y, bordeando la Finca del Palacio de Buenavista, descendía camino del lavadero viejo para ir a encontrarse con la carretera de Madrid en las proximidades del barrio de la Leonesa.
CALLE DEL MAR BALTICO (CALLE DEL MEDIODIA)
Era también conocida como “la Callejuela”. Solo existían casas en la parte de la calle que estaba mas próxima al centro del pueblo, en la parte sur, enfrente del “corredor”, solo estaban las tapias de la finca de los Padres Paules, donde hoy se ha construido el Centro de Salud que lleva el nombre de la propia calle.
Ocupando mas de la mitad de la calle se construyó un edificio conocido cómo “El Corredor”. Era una construcción alargada, con las viviendas en la planta primera, a las que se accedía por una única escalera situada en uno de los extremos de la finca, que daba salida a un corredor protegido por una reja de hierro de un metro de altura.
En esta calle se establecería una de las industrias más significativas de su época. La fábrica de pan TOAST.
Al final de la calle estuvo ubicada otra industria dedicada a la elaboración industrial de productos cárnicos. El titular era Nemesio González.
CALLE DEL MAR MEDITERRANEO (CALLE DEL MESON)
También se la conocía como la Calle de la Fragua. La calle salía desde la Plaza del Pueblo en dirección Este y llegaba hasta una cruz de piedra de granito que existía en las afueras del mismo, cerca de la casa de la Señora Maria “la Canuta”. A partir de este punto comenzaba el camino del barrio del Cristo de las Victorias.
Saliendo de la plaza, en un solar cedido por el Señor Tobar, se construyeron las escuelas del pueblo. Un poco más allá estaba el Corral Concejo. A continuación la fragua del “Tío Pepe el Herrero” y otros corrales.
Después de cruzar la calle Mar de Japón, estaban la casa de Celedonio de Castro y las tapias de su corral, que llegaban hasta la actual calle del Mar de Omán.
En la derecha, nada más abandonar la plaza, se encontraba la casa de los Tahoneros, que lindaba con la casa de Aníbal. Una vez superada la calle Mar de Japón, estaban las puertas falsas del corral del Sr. Pepe, el de la Sra. Patro, y unos terrenos de D. Pedro Tobar que fueron adquiridos por mi bisabuelo Paulino Abad.
Durante la II Republica se le denominó Calle de Ferrer. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle del General Mola
CALLE DEL MAR MENOR (CALLE DE LAS NORIAS)
Se trataba de una calle con poco movimiento, puesto que por ella sólo se accedía a la Calle del Barrionuevo.
Solamente tenía casas en su lado derecho, pues en la izquierda se encontraba la pared de la Finca Cristo de la Salud.
Durante la II Republica se la denominó Calle de Mariano Pineda. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle de las Norias.
CALLE DE LIBERACION (CALLE DEL QUINTO)
Se le denominaba Calle del Quinto por ser el camino que comunicaba el centro urbano con la Finca del Quinto, que se encontraba en el término de Canillas.
La calle arrancaba en la Plaza del Astial y descendía hasta el arroyo de Rejas o Arroyo del Quinto. A la derecha, según se descendía, se encontraban las casas del Barrio de San Matías y a la izquierda, las tapias de la finca de los Padres paules.
Durante la II Republica se le denominó Calle de la Libertad. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle de la Liberación.
CALLE DEL MAR CANTABRICO (CALLE DE LA TABERNA)
Era el escape natural de las aguas procedentes de la Plaza del Astial camino de la calle Baja de Burgos.
Es una calle relativamente pequeña, en la que se instaló en el año 1943 la Casa Consistorial del Ayuntamiento. En el número tres de la calle, en el mismo edificio donde estaba la Casa Consistorial, también estuvieron las escuelas de párvulos.
Entre otras casas estaban la casa de Hipólito Aragonés, “El Poli”, La casa de Nicasio, la casa de Román, que daba la vuelta a la Plaza, la carnicería de León, y en la otra acera las casas de Rafael Ortega y, ya, en la esquina de la Plaza de la Constitución, estaba el Garnacho, un restaurante que durante muchos años dio cierta notoriedad al propio pueblo de Hortaleza.
Durante la II República se le cambio el nombre por el de “La Juventud de 1931”. Terminada la Guerra Civil, pasó a denominarse Calle de José Antonio.
[1] Obsérvese su diferente sintaxis con la actualidad.
[2] Juego que consiste en arrojar tejos o discos de hierro contra un pequeño cilindro de madera, sobre el que se han colocado las monedas apostadas por los jugadores, para derribarlo.
[3] Así se denominaba a las puertas que no eran las entradas principales de las casa y que se utilizaban para entrar al corral y permitir la entrada de los animales.
[4] Nombre dado a los arquitectos o maestros de obras y especialmente a los albañiles: oficio de alarife.