La firme decisión de Pedro Tobar de llevar adelante su proyecto de transformación de la finca de Hortaleza dotándola de recursos mecánicos para mejorar las tareas del campo, junto con la incorporación y la ilusión de Guillermo Obispo por el proyecto, pronto dieron sus resultados.
La finca fue dotada con varias máquinas: sembradoras, gradas de discos, compresor, agavilladoras, cargador de heno, ordeñadoras, trilladora, cortadora de forrajes, segadoras, atadoras, afiladoras.
También se adquirieron otras maquinarias auxiliares necesaria para el funcionamiento de alguna cinta de sierra y maquinaria de menor calado. Tanta maquinaria exigía de ciertos conocimientos para su utilización, por lo que Guillermo Obispo asistió a la Escuela Nacional de la Moncloa para instruirse en el manejo de tanta maquinaria y poder hacerlo extensivo al resto de los obreros de la finca.
El rendimiento de las cosechas de cereales llegó a alcanzar las 6.000 fanegas de trigo y 8.000 fanegas las de cebada. También se recolectaban leguminosas suficientes para piensos y consumo humano.
Para la explotación de cereales se contaba con una superficie de 540 Has., otras 20 Has. se dedicaban a prados naturales y otras 30 Has. a viñedos.
Debido a la disminución del valor del trigo, motivado por el aumento de las importaciones. Pedro Tobar se planteó la sustitución de algún cultivo por la obtención de forraje para el alimento de los animales. Los rendimientos del sistema forrajero fueron espectaculares llegando a alcanzar los 31.000 kilos/Ha.
Para su almacenaje se hizo necesario la construcción de un Silo que fue construido en 1928 a base de hormigón armado, siendo una de las primeras construcciones que se hicieron en España con este tipo de material.
Debido a los ácidos que se derivaban de los procesos de fermentación, se vio afectada su estructura, por lo que tuvo que ser reforzada con unos aros de hierro que abrazaran su perímetro.
Se colocaron 24 aros, en grupos de 4, a una distancia de cincuenta centímetros entre ellos. Y el proyecto no dió resultado. No obstante el rendimiento del forraje fue tan importante que no se había conocido en Hortaleza con anterioridad.
También se fomentó la ganadería de varias especies, incluso de cabra granadina y valenciana en estabulación. Se llegó a contar con cien cabezas de ganado vacuno, mular y caballar. Para el manejo y cuidado de tantas reses se requería de una mayor especialización por lo que Guillermo Obispo, sin abandonar sus tareas en la finca, se matriculó en la escuela de Veterinaria que dirigía D. Dalmacio García, a la que asistió durante 3 años.
También se construyó otra edificación, desafortunadamente desaparecida, que culminaba en una torre que dotaba a la finca, y al municipio, de una especial personalidad. Han sido muchas las historias acerca de la torre. Algunas especulaciones aseguraban que su construcción fue un capricho de su dueño para poder ver la Puerta del Sol desde lo más alto de ella y tampoco faltaban otras historias macabras en torno al ataúd que colgaba de una de sus terrazas.
Muy cerca de ambas edificaciones se construyó una tercera donde estaban ubicadas las cuadras y cocheras para el ganado y los aperos de labranza. En la planta superior estaban las viviendas de los obreros que atendían las faenas de la finca. Hoy este edificio reconstruido es la sede de la Biblioteca municipal de Hortaleza.
Pedro Tobar era en esos momentos el principal hacendado del pueblo. Había obtenido algunos éxitos a nivel nacional en la producción agrícola y ganadera, y una posición como notario de bastante relevancia en la sociedad madrileña.
Las relaciones familiares no iban por buen camino, incluso aparecieron nuevas dificultades cuando decidió, influenciado por Antonia, que Leona, que había permanecido al cuidado de su madre durante tantos años, abandonara la casa de Madrid. Tanto Leona, como su marido Pedro fueron acogidos por mis abuelos, Guillermo y Juana, que ya se habían casado.
A Pedro Vitón, el marido de Leona, le retiró del cargo que le había otorgado en la finca y le recogió las llaves de la misma.
Aunque mi abuelo Guillermo, en un primer momento, aceptó recoger las llaves de la finca le afeó a Pedro Tobar su comportamiento y los motivos por los que había tomado aquella decisión. Por su parte, Pedro Tobar no veía bien que la familia de mi abuelo siguiera en contacto con su padre durante el destierro en Málaga, por lo que cualquier oportunidad le parecía bien para evidenciar su malestar.
En esta línea, Pedro Tobar adoptó algunas decisiones que supusieron una desafección a la familia de mi abuelo. La expulsión de Leona, de la casa de Madrid, la retirada de las llaves de la finca, a mi bisabuelo y la negativa de que Leona y Pedro permanecieran en la finca de Hortaleza, ni siquiera en casa de mis abuelos, entre otros pequeños detalles fueron suficiente para que mi abuelo adoptara la decisión de manifestar su desacuerdo a Pedro Tobar. En vista de que Pedro Tobar mostraba displicencia ante los comentarios de mi abuelo, éste decidió dejar de trabajar en la finca, a pesar de llevar 22 trabajando en la misma. La reacción de Pedro Tobar estuvo en la linea de su altanería: «Muy bien, nada tengo que decirte»
No obstante Pedro Tobar le rogó a mi abuelo que no abandonara el ganado y la casa, hasta que él encontrara alguna persona que se encargara de las tareas.
Pasaban los dias y Pedro Tobar seguía sin encontrar solución. Las tierras que habían sido productivas, estaban abandonadas y dedicadas a hierbas y pastos. El ganado de cría moría en el campo por falta de atención. La maquinaria agrícola permanecía a la intemperie sin cuidado ni mantenimiento.
Para que se encargara de la gestión de la finca, Pedro Tobar, contrató a un veterinario que no llegó al año y después, otro, que estuvo algunos meses. Viendo que la cosa no funcionaba, Pedro Tobar, decidió ceder la finca, en aparcería, a Benito García Zúñiga, pensando que eso serviría para mantener la actividad y los rendimientos de la finca. Nada mas lejos de la realidad, antes de lo previsto aparecieron algunas discrepancias, entre ambos, que terminaron en los juzgados.
La cuestión fue que Benito García Zúñiga vendió el 16 de diciembre de 1924 a Mariano Martin Fernandez, 30 ovejas, por el importe de 1.410 pesetas, en la creencia de que el contrato de aparcería, que tenía con Pedro Tobar, se lo permitía. Todo lo contrario que pensaba Pedro Tobar sobre venta por lo que presentó una denuncia por hurto contra Benito García Zúñiga.
El Juzgado de Primera Instancia no encontró justificación a la denuncia y, en su sentencia, absolvió a Benito García, por entender que no parecía debidamente probado que al realizar la venta tuviera el propósito de defraudar a su dueño.
En desacuerdo con la sentencia, el Sr. Tobar presentó recurso ante la Audiencia Provincial de Madrid, que, igualmente, fue desestimado.
Pedro Tobar insistió en su defensa y presentó nuevo recurso, esta vez ante la Sala de lo Criminal del Tribunal Supremo, bajo la dirección del famoso criminalista D. Basilio Edo.
El recurso fue visto por la Sala del Tribunal Supremo el 19 de octubre de 1927. El Sr. Edo hizo un contundente relato de las razones del recurso en las que afirmó que la sentencia recurrida incurrió en quebrantamiento de forma por inducir a confusión y oscuridad en el relato de los hechos y que la mencionada sentencia no resolvió sobre los puntos que habían sido objeto de la acusación como era determinar si el Sr. García Zúñiga estaba o no, autorizado para la venta de las ovejas.
La Sala del Supremo absolvió a Pedro Tobar, casando y devolviendo la sentencia a la Audiencia Provincial, recogiendo en sus alegaciones gran parte de las expuestas por el Sr. Edo, a las que, también, se adhirió el fiscal Sr. Grotta. La Sala del Tribunal Supremo alegó en la sentencia de casación que era indispensable que la Audiencia Provincial hubiera resuelto, de una manera terminante y clara, en uno u otro sentido.
Comentarios para el autor:
Llevo dos capítulos leídos.
Desde luego todavía no puedo sacar demasiadas conclusiones del la historia aquí contada.
Destacar, no obstante, la exhaustiva información que el autor aporta sobre personas y hechos acontecidos de la época y por tanto el gran trabajo de investigación realizado.
Por otra parte, debo decir, que he tenido que volver a leer estos dos capítulos varias veces, para encajar y entender la conexión entre tantos nombres que aquí aparecen.
(Cosas de la edad)
Seguiré opinando…….
Atendiendo a su comentario he insertado en el capítulo 1, cuando empieza la narración del vínculo familiar con mis bisabuelos, un link con el árbol genealógico del origen del parentesco.
Espero que esto ayude a comprender mejor el relato.
Muchas gracias por su aportación.