QUINTAS Y PALACIOS

Hortaleza no ha sido un pueblo cuyas referencias puedan girar en torno a sus monumentos o edificios. Más bien podía decirse todo lo contrario. Por su situación geográfica y la orografía de su territorio no existen ni castillos ni murallas que recuerden un pasado de fortaleza, ni siquiera de plaza de mercado. Tan solo se puede hablar de la existencia de algunas fincas de recreo, en las que se construía una casa para sus propietarios, que acudían a ellas en determinadas temporadas de año. También puede hablarse de unas pocas fincas donde en las que sus dueños levantaron algún palacio al que se le dotaba de mayor  suntuosidad que a las quintas y donde sus propietarios residían rodeados de árboles y cuidados jardines.

Su origen podemos situarlo en el último tercio del  siglo XVIII y, a mediados del siglo XX, de algunas de estas fincas ya no quedaba más que el recuerdo. Con el discurrir del tiempo y cómo consecuencia de las importantes transformaciones producidas en la sociedad y las distintas reformas administrativas que provocaron el cambio de titularidad de alguna de estas grandes fincas, junto a la crisis económica de finales del siglo XIX, el caso es que, cuando Hortaleza se anexionó a Madrid, la mayoría de ellas habían desaparecido, o estaban a punto de hacerlo. Tan sólo dos de ellas se conservaban, aunque sin la importancia que habían tenido: El Palacio de Buenavista y la Quinta  del Cristo de la Salud.

En cualquier caso forman parte de la historia mas cercana del pueblo de Hortaleza y, aunque solo sea por eso, merecen tener un lugar en este relato. 

Quinta del Cristo de la Salud

A finales  del siglo XVIII, Martín Fernández de Velasco, a la sazón el XII   Duque de Frías, era propietario de las dos fincas más significativas de Hortaleza, la Quinta del Cristo de la Salud y el Palacio de Buenavista.

Ambas estaban ubicadas muy cerca del casco urbano. La primera  ocupaba una extensión de terreno  delimitada por la actual  calle del Mar de las Antillas, la  Cañada de los Toros por su fachada Norte, el camino de Alcobendas  al Este y al Sur por  la Calle del Barrionuevo y la Calle Alta de Burgos. Esta delimitación fue completada en la mitad del siglo XVIII, siendo propietaria de la finca, la Duquesa de Uceda. Se materializó a través de un acuerdo, entre la mencionada Duquesa y el Ayuntamiento, en el que se permitió una alineación de la finca, aprovechando unas mutuas cesiones de terreno, de las que se beneficiaban, por una parte, a mencionada finca y por parte, el Ayuntamiento conseguía una ampliación de las eras de Pan Trillar que eran necesarias para el pueblo.

No se sabe con certeza cual es la  fecha de  construcción de la Quinta del Cristo de la Salud, aunque puede deducirse, por una de las tres inscripciones que figuraban en la vieja portada de entrada, que data de 1749.  

La portada de entrada a que nos referimos daba acceso a los carruajes al interior de la finca, y estaba coronada  con un dintel de piedra de granito, soportado por dos columnas del mismo material, que fue perdiendo su significación e importancia  al adosársele una construcción en ladrillo que afeaba estado inicial.  

Sobre el dintel de la puerta se  encontraba la siguiente inscripción en latín:

GAUDIA SUNT NOSTRO PLUSQUAM REGALIA PURI URBE HOMINES REGNANT VIVERE RURE DATUR   AÑO DE 1749

La inscripción  pretendía resaltar lo que hoy llamaríamos mejor calidad de vida de los hombres que viviendo en la ciudad pueden disfrutar de la vida en el campo.

La finca en 1822 era propiedad del matrimonio formado por D. José de Romero y Dª.  Maria de las Mercedes Pando y Ramírez, que tendrían un protagonismo especial en relación a la construcción del Cementerio de Hortaleza. En 1860 se la vendieron, junto con un importante numero de propiedades  a D. Antonio Urzaiz.

La casa que estaba construida en la finca tenía una de sus fachadas en el  Camino de Fuencarral. Se encontraba en un estado preocupante de conservación, hasta el punto de que el Ayuntamiento se vio obligado a intervenir dirigiéndose a su propietario para que llevara a cabo las oportunas reformas.  

A pesar de las insistencias de la Corporación, el dueño no mostraba ninguna diligencia en su realización, lo que provocó  que el Ayuntamiento diera la orden,  en 1885, de desalojo de las habitaciones más afectadas mientras se instruía el oportuno expediente para proceder a su derribo o rehabilitación. Las obras de rehabilitación debieron realizarse en  el año 1894, que es la fecha de la  segunda inscripción que se colocó en la mencionada portada, y que, menos sugerente que la anterior, se limitaba a indicar la fecha en la que se habían realizado las obras:

HUERTA DE LA SALUD

REEDIFICADA EN 1894

También existe una tercera inscripción en la que se puede leer: AVE MARIA sin que se sepa con certeza de cuando data.

Al año siguiente de realizar las obras D. Antonio Urzaiz vendió la finca a  D. Silverio Gutiérrez y Gutiérrez que era de Fresno de Cantespino –Segovia-. El nuevo propietario que contaba con setenta y tres años cuando se vino a vivir a Hortaleza  solicitó del Ayuntamiento se le declarara vecino del pueblo al cumplir los seis meses de estancia en el mismo.   

A la muerte de Silverio la finca fuer heredada por su hija Gregoria que era la mujer de D. Francisco Tobar Vitón, quien a los pocos meses tambien falleció por4 lo que fue heredada por su hijo Don Pedro Tobar Gutierrez, que scon el paso de los años se convirtió en decano el colegio de notarios de Madrid, que la dedicó con fines menos ociosos que sus anteriores dueños y  la convirtió en  una finca emblemática, no solo  por las dos llamativas construcciones que se levantaron en su interior sino por las tareas de innovación agropecuaria que pretendía desarrollar en ella.

Una de las edificaciones, el Silo, fue construido en 1920 a base de hormigón armado, siendo una de las primeras construcciones que se hicieron en España con este tipo de material.  Tiene una altura de 20 metros y se construyó como alternativa a la disminución del precio del trigo, que era la actividad mas importante de la finca, para dedicarlo al sistema forrajero, que no dio resultados positivos.  

Debido a los ácidos que se derivaban de los procesos de fermentación, se vio afectada su estructura, por lo que tuvo que ser reforzada con unos aros de hierro que abrazaran su perímetro. Tuvieron que colocarse 24 aros, en grupos de 4  a una distancia de cincuenta centímetros entre ellos.

La otra edificación, desafortunadamente desaparecida,  culminaba en una torre que dotaba a la finca y al municipio de una especial personalidad. Han sido  muchas las historietas acerca de la torre. Algunos especulaban con que su construcción fue un capricho de  su dueño para poder  ver la Puerta del Sol desde lo más alto de ella y tampoco faltaban historietas macabras en torno al ataúd que colgaba de una de sus terrazas. 

Muy cerca de ambas edificaciones se construyó una tercera donde estaban ubicadas las cuadras y cocheras para el ganado y los aperos de labranza. En la planta superior estaban las viviendas de los obreros que  atendían las faenas de la finca.

A la muerte de D. Francisco Tobar Vitón, en 1932, la propiedad de la finca y de todos sus bienes, sorprendentemente, pasó a manos de Antonia Álvarez Herranz que era, en esos momentos, su criada.   

Durante la Guerra Civil, la finca fue ocupada por el ejército republicano, concretamente por el General Lister que, durante el tiempo que duró la contienda, tomó posesión de la misma, y en ella estableció gran parte de su oficina de mando.

Curiosamente, en una de las estancias de la  torre, existía una mesa de billar que servia de distracción al mencionado militar y a sus subordinados, cuando sus tareas se lo permitían.  Pero, paradojas de la vida, en otra de las dependencias  próxima a la que se encontraba la mesa de billar, se mantuvo oculta, durante toda la contienda, una de las imágenes que fueron retiradas de la Iglesia de Hortaleza antes de que fueran quemadas  por las hordas revolucionarias.

Palacio de Buenavista

El Palacio de Buenavista, como hemos mencionado con anterioridad, también era propiedad de los Duques de Frías. Estaba  delimitada por la Carretera de Madrid, por el Camino Viejo de Madrid y por el Arroyo de Rejas. Era una finca de recreo con un palacio rodeado de jardines y frondosos árboles.  Actualmente es conocida como el  Hogar Clara Eugenia, donde se ha abierto al público una parte de sus terrenos dedicados a parque público.

Durante el  periodo que fue propiedad del mencionado Duque, era uno de los lugares preferidos  por el  Rey Fernando VII para sus ratos de ocio,  donde aprovechaba para descansar disfrutando de sus magnificaos jardines.

En 1840 pasó a ser propiedad de D. Isidro Urzaiz y en 1854, con ocasión de la desamortización de Madoz,  la finca salió a subasta pública y se la adjudicó, por la suma de 114.090 pesetas, la sociedad francesa Neyda Claver.

A finales del siglo XIX se fundó el Convento Noviciado de Nuestra Señora de Loreto. La construcción del Convento se llevó a cabo en el año 1882. Durante el invierno se estaba realizando el trasiego de los escombros produciendo un deterioro en alguna de las calles del pueblo, por lo que D. Antonio López Torres, que era el alcalde en ese tiempo de Hortaleza, llegó a un acuerdo con la responsable  de la Comunidad del Convento para compensar los daños ocasionados.   

La contraprestación a que se comprometieron las Religiosas fue al pago de dieciocho faroles para el alumbrado de la población, cuyo coste ascendía a 410 pesetas,  siendo por cuenta de éste el poste y su colocación. Como estaba próximo el comienzo de año se acordó que la inauguración de los mismos se hiciera el día de la fiesta del patrón de San Matías.  

Ya en el siglo XX se construyeron otras  edificaciones dentro de la finca, entre ellas destaca un magnifico teatro de estilo neoclásico, obra del arquitecto Antonio Navarro Sanjurjo, que se convirtió en uno de los  edificios mas significativos  de la posguerra española con una gran influencia germana. A pesar de su excepcional belleza,  es un gran desconocido que ha permanecido en el mayor de los ostracismos durante más de cuarenta años. Actualmente ha sido remodelado para mejorar su acústica, en detrimento  de su belleza, como sede de la  Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid.

Finalizada la Guerra Civil la finca fue adquirida por  Auxilio Social de Falange Española y de la JONS, que instaló un hogar para niñas huérfanas, llamado Hogar Clara Eugenia, tal como hoy es conocido.

Finca del Quinto.

La finca estaba ubicada en la vaguada que separa las poblaciones de Canillas y Hortaleza. Se sabe que fue construida antes del 1808 y que fue propiedad del Marqués de Santa Cruz,  quien se la vendió a Javier de Quinto en 1820.

El acceso a la finca se hacia desde la carretera de Canillas desde donde partía un pequeño camino escoltado por unos pocos árboles que llegaban hasta  las proximidades de su entrada. La finca era atravesada por el Arroyo del Quinto que después  desembocaba en Arroyo de Rejas.

Durante el siglo XIX la finca fue tristemente conocida por el asesinato del General Quesada el día 15 de agosto de 1836.

En 1833 había muerto el Rey Fernando VII, y el trono se lo disputaban su hermano Carlos y su hija Isabel, que terminaría siendo reina con el nombre de Isabel II, pero, debido a su minoría de edad, ocupó la Regencia su madre la Reina Mª Cristina, que había sido la cuarta mujer del difunto Rey.

Durante todo su reinado Fernando VII se mantuvo en un continuo aturdimiento. Unas veces  firmando la Constitución de 1812 y otras, derogándola caprichosamente.  Tan pronto se echaba en manos de Napoleón y su corte, como parecía convencido por liberales que defendían la Constitución.  El caso es que esta actitud errática del monarca estaba dando lugar a algunos alzamientos militares, cada vez  más contundentes y duraderos. Después de la muerte del Rey, la Regenta tampoco había firmado la Constitución, a pesar de haber transcurrido más de dos años desde el fallecimiento del monarca lo que impacientaba a los más animosos y desesperaba a los liberales.

Estando la Reina Regenta en el palacio de la Granja de San Ildefonso, tuvo lugar una revuelta de los liberales, conocida como la Sargentada de la Granja, en la que unos suboficiales del regimiento allí destacado se presentaron ante ella  para que firmara la mencionada Constitución.

El acontecimiento discurrió con bastante firmeza por parte de los suboficiales, hasta el punto de que la Regenta fue obligada a firmar la mencionada constitución.  

Ante aquella actitud  de los militares se produjo una fuerte reacción del entonces Capitán General de Madrid, el General Quesada, que reprimió con excesivo rigor, no solo el comportamiento de los sargentos sino el de todos aquellos que apoyaron el acontecimiento.  Esto enervó a gran parte de la población que dio pie a que la multitud se levantará en contra del mencionado general que, ante el cariz que tomaba la situación se vio obligado a poner su vida a recaudo, para evitar el acoso de la muchedumbre.

Desafortunadamente para él fue a esconderse en la Finca del Quinto, donde fue descubierto y salvajemente asesinado y lo que fue más comentado por los mentideros de la villa que sus huesos fueron esparcidos por Madrid.

Con ocasión de tan macabro acontecimiento se cantaba esta coplilla por  algunos cafés de la villa de Madrid:

             Que es lo que abaja

                  Por aquel cerro

                  Tara, tara,  tara

                  Son los huesos de Quesada

                  Que los trae un perro.

En 1860, la finca pasó a ser propiedad del Duque de Hijar, quien la mantuvo hasta 1924 que pasó a manos del cuerpo de Telégrafos donde se instaló el Colegio de Huérfanos de hijos de sus empleados.

La finca estaba situada  dentro del término municipal de Canillas pero tanto el Gerente como los profesores y alumnos acudían al pueblo de Hortaleza para sus actos religiosos o para cualquiera de los de su vida común. Debido a esta comodidad los responsables del colegio habían manifestado en repetidas ocasiones su interés por pertenecer al municipio de Hortaleza. El  24 de Noviembre de 1924 el Ayuntamiento,  acogiéndose al Estatuto Municipal y al Reglamento de Población y Términos municipales recientemente aprobado,  acordó dirigirse al Ayuntamiento de Canillas para solicitarle la segregación de la finca del Quinto.

Cuatro años mas tarde seguía sin tenerse respuesta del  Ayuntamiento de Canillas por lo que  el de Hortaleza, de acuerdo con la legalidad vigente,  puso en marcha  otra iniciativa consistente  en que todos lo habitantes de la Finca del Quinto solicitaran que dicha finca fuera agregada al término de Hortaleza y  segregada del de Canillas. Tampoco esta iniciativa tuvo éxito y la finca permaneció adscrita al municipio de Canillas

En época mas reciente ha pasado por ser academia de formación de las nuevas promociones de la guardia nacional hasta la actualidad en que se ha convertido en una de las dependencias más significativas de la policía nacional.

Quinta de Santa Sofia. Quinta de Poniente. Palacio de San Miguel

Actualmente no queda ninguna referencia de la finca a excepción de un trozo de muralla que se encuentra medio oculta entre los edificios del Barrio de San Miguel. 

La finca, alejada del casco urbano, estaba situada entre los caminos de Chamartín y de Fuencarral. Tenía una forma casi rectangular  en cuyo  centro se había construido un edificio de dos plantas que servía de estancia a sus propietarios.  Durante los años 1884 y 1885 se realizaron, siendo dueño D. Guillermo Ballester importantes obras tanto en la casa como en la valla de ladrillo que separaba la finca del resto de las tierras de labor  que la rodeaban.  

Quinta de Santa Victoria.

La finca fue adquirida en el siglo XVIII por  Eugenio de Mena que, además,  compró 125 Hectáreas de terreno en el término de Hortaleza.

Era conocida como la Casa de MENA pero con el paso del tiempo su denominación se vio determinada por la huerta que se  encontraba en su interior, por lo que los habitantes del pueblo de Hortaleza se referían a ella como la Huerta MENA.

En 1902 D. José Gasset Chinchilla había adquirido varias fincas rusticas en Hortaleza,  alguna de ellas compradas a D. Guillermo Ballester y también compró la finca denominada de la Huerta Mena  a D. Manuel del Saz Caballero.

La familia Gasset tenía intención  de pasar grandes temporadas de tiempo en la finca recién adquirida  por lo que tenia solicitó a la Compañía Madrileña de Telefonía la instalación de un teléfono. Para proceder a la instalación de la línea el apoderado de la mencionada compañía telefónica se dirigió al Ayuntamiento solicitando licencia para colocar a lo largo de la carretera que conducía a Madrid una serie de postes telefónicos y poder  dar el oportuno servicio. La Corporación acordó por unanimidad conceder la oportuna licencia sin perjuicio de lo que pudiera corresponder a la Diputación Provincial puesto que la carretera también era  subvencionada por esta última. 

Posteriormente la Quinta paso a manos del dramaturgo Carlos Arniches, que la utilizaba como lugar de recreo durante los veranos, alternándola con sus estancias en Fuenterrabía. A partir de 1922 la familia fue incrementando sus estancias en Hortaleza y reduciendo sus viajes al Norte.

Con posterioridad la finca fue comprada por el Doctor Manzanete.

Como el resto de las fincas, con el paso del tiempo no solo había cambiado de  propietarios, sino que también lo fue haciendo su fisonomía. Aunque hoy permanece como finca independiente, su estado de conservación  y su utilización no tienen nada que ver con la quinta de recreo que fue a primeros del siglo pasado.

En al actualidad la Finca de los Almendros es un centro abierto para la atención de drogodependientes,  que se encuentra bajo el patrocinio de la Comunidad de Madrid y es regentada por las monjas adoratrices. La finca  se encuentra, prácticamente, aislada de las viviendas que conforman el núcleo histórico de Hortaleza, enclavada entre la calle de Gregorio Sánchez Herráez, la vía del ferrocarril y la M40.

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