Discurría el año 1930. Al frente del ayuntamiento de Hortaleza estaba D. Saturnino Plaza. Conforme avanzaba el año los acontecimientos políticos iban incrementando su frecuencia y su intensidad. En el pueblo, y especialmente en el Ayuntamiento, crecían las dudas de si deberían celebrarse las fiestas en honor de la Virgen de la Soledad. Algunos vecinos mostraban sus reticencias pero, al final, con la insistencia de la mayoría se celebraron las fiestas de la Soledad.
Desconozco si de una manera casual o, con el propósito de rebajar la tensión en el pueblo, se produjo un hecho gracioso por parte de alguno de los organizadores de los festejos.
Era costumbre en el pueblo realizar una rifa en la que participaban un buen número de vecino. En este año se vendieron todas las papeletas, ya que con el dinero recaudado se subvencionaban algunas de las actividades de las fiestas. No se sabe si para animar a las señoras a que participaran en la rifa, o para darle un sentido pintoresco, el caso es que el premio seleccionado, en esta ocasión, era un conjunto de ropa interior de señora.
Una vez realizado el sorteo correspondiente y anunciado el número ganador, resultó que el agraciado no aparecía por ninguna parte. Cabe la duda, si es que se perdió la papeleta favorecida, o es que, el afortunado o afortunada, sintió tanta vergüenza al ir a recibir el premio, que prefirió abandonarlo antes de pasar por el trance de ser el comentario entre los demás vecinos del pueblo.
El caso es que, el juego de ropa interior estuvo en el Ayuntamiento un tiempo prudencial por si, finalmente, se decidía el agraciado pasarse a recogerlo. En vista de que nadie acudió a reclamar el premio y de que el consistorio tenía prisas por quitarse de en medio tan sugestivas prendas, se procedió a su subasta el día 29 de octubre. Menos vergüenza que el agraciado tuvo el mejor postor en la subasta que se hizo con el juego de ropa interior, probablemente con el compromiso del ayuntamiento de que no haría público su identificación.