El cuerpo de la Guardia Civil fue creado en 1844, y su implantación en España se hizo paulatinamente, comenzando por las capitales y los municipios de mayor importancia o necesidad.
La creación de la Guardia Civil supuso una novedad importante en la concepción de las relaciones militares, no solo en España sino en Europa. La Guardia Civil nace como un cuerpo militar. La novedad consistía en sacar a los militares de los cuarteles en los que cumplían sus tareas militares y se regían, exclusivamente, por el cumplimiento de la disciplina del cuerpo, para llevarlos a Casas Cuartel, fuera del acuartelamiento en las que, además de los miembros del cuerpo, convivían sus familias. En los pueblos más pequeños se contemplaba la posibilidad de que los miembros allí destacados pudieran vivir en casas particulares, junto con las familias que les acogían.
Con esta nueva forma de entender las relaciones militares se introducía en la vida militar el concepto de familia y el de convivencia. Aspectos inusuales en los acuartelamientos de la época.
En la provincia de Madrid, en el año 1853, las fuerzas de la Guardia Civil estaban establecidas en siete líneas, que a su vez agrupaban determinados puestos a su cargo. En ninguna de ellas aparece el puesto de Hortaleza.
Para que los municipios pudieran disponer de la Casa Cuartel en su territorio debían exonerar al Estado de cualquier gasto y asumir no solo el alquiler de la Casa Cuartel sino que, tanto los guardias como sus familiares, deberían estar cubiertos de todos los servicios sanitarios.
En Hortaleza la primera referencia aparece en diciembre de 1854 cuando la pareja de guardias formada por Juan Palacios y Benito García encontró tendido en el camino de Madrid a un vecino, que había sufrido una fuerte caída de la caballería que montaba y se hallaba exánime. Según el parte del servicio cumplimentado por los citados miembros, fue trasladado hasta el pueblo, donde se le terminaron de practicar los socorros que su estado requería.
Poco tiempo más tarde existe otra referencia de la actuación de los miembros de la Benemérita en Hortaleza. Se produjo otro accidente, en la misma carretera que comunica con Madrid en el que los guardias civiles del puesto se vieron obligados a prestar auxilio. En esta ocasión volcó un ómnibus, en el que iba un número importante de personas, que habían salido de Hortaleza con intención de divertirse y se vieron envueltas en un accidente al salirse de la carretera.
Al contrario que la cobertura de la beneficencia, que no supuso ningún problema, el alquiler de las diferentes casas que fue ocupando el puesto de la Guardia civil, resultó un problema constante para el Ayuntamiento.
Las primeras deudas de los alquileres
El primer dato de la Casa Cuartel de Hortaleza la sitúa en la calle de La Taberna. La casa era propiedad de doña Cristina Lampas.
En el año 1881 Doña Cristina llevaba cierto tiempo reclamando el pago de las deudas al Ayuntamiento sin que obtuviera satisfacción a sus requerimientos por lo que elevó sus quejas al Gobernador Civil. La situación económica del Ayuntamiento, como se comenta en otros capítulos relacionados con la economía era ciertamente calamitosa. Tuvo que intervenir el Gobernador Civil instando a las partes para que se produjera una reunión en Madrid. Por parte del Ayuntamiento asistieron el Alcalde, Antonio López Torres y los regidores Julián Morales y Nicasio José.
Una vez cobrada las deudas Doña Cristina vendió la casa a Francisco Rodríguez, quien siguió arrendando la casa al Ayuntamiento para el cuartel de la Guardia Civil.
Con el paso de los años las cuestiones económicas lejos de mejorar, se agravaban y el Ayuntamiento estuvo sopesando la idea de suprimir el cuartel de la Guardia Civil, lo que supondría un ahorro de 480 pesetas que, tal y como estaba la economía, podían ser dedicadas al pago otros gastos municipales.
Sin embargo la necesidad de su permanencia en el pueblo se había hecho evidente en el mes de Noviembre 1885, cuando con motivo de la agitación política del momento todas las fuerzas de la Guardia Civil habían sido reagrupadas en la Corte quedando abandonada la vigilancia de los municipios próximos a Madrid. El Ayuntamiento de Hortaleza para evitar posibles altercados durante la ausencia de las fuerzas de la Guardia Civil en el pueblo determinó la formación de grupos de vecinos para que hicieran rondas por el pueblo de cuya organización se responsabilizó personalmente el Alcalde.
En el año 1886 la casa donde estaba el cuartel de la Guardia Civil había sido comprada por D. Guillermo Ballester que, entre otras propiedades, era el dueño de la finca del Palacio de San Miguel. El edificio se encontraba en tan mal estado de conservación que el teniente de la Guardia Civil de Alcobendas se dirigió al alcalde de Hortaleza preguntándole acerca de las intenciones sobre la reparación del cuartel pues en caso contrario trasladarían los efectivos al pueblo de Barajas. Una comisión de concejales compuesta por D. Antonio López y D. Nicasio José se entrevistó con el Sr. Ballester para reclamarle la obligación de realizar las obras necesarias de la que resultó un incremento del precio del arrendamiento.
Este incremento no estaba considerado en los presupuestos ordinarios del ayuntamiento por lo que se necesitaban otros recursos para hacerle frente. La solución fue recurrir a una suscripción voluntaria de los vecinos y de hacendados forasteros para evitar que el puesto de la guardia civil saliera de la villa.
Las reclamaciones del Señor Ballester.
Las relaciones entre el Ayuntamiento y D. Guillermo Ballester atravesaban por una situación delicada. Al margen de las deudas ocasionadas por el retraso en el pago de los alquileres de la casa cuartel, se habían desencadenado otros conflictos relacionados con el cerramiento de una finca en la que el Sr. Ballester había practicado unos pozos que representaban cierto peligro para el vecindario en el camino de Chamartin.
El Sr. Ballester utilizaba sus relaciones personales para intimidar a los representantes del Ayuntamiento. De tal manera que en el mes de Agosto de 1892 el Gobernador Civil apercibió al alcalde, Julián Morales, porque no había sido informado de una reclamación efectuada por el mencionado Sr. Ballester referente a la deuda de los alquileres. El caso es que la reclamación, tal y cómo la refería el Gobernador, no se había recibido en el Ayuntamiento, lo que fue interpretado como un acto de mala fé por parte del Sr. Ballester para causar algún perjuicio a los representantes del municipio.
Este hecho y los mencionados problemas que suscitaban las relaciones con D. Guillermo Ballester, fueron el detonante para que empezara a buscar otra casa en el pueblo donde ubicar el cuartel de la Guardia Civil.
Transcurrieron más de dos años hasta que el Ayuntamiento pudo resolver el traslado de la Casa Cuartel desde la calle de la Taberna número 8 a una casa propiedad del Marqués de Cerralbo situada en la Plaza del Astial. En Junio de 1894 se firmó el contrato con el Teniente Coronel, primer jefe de la Comandancia de Guardia Civil. Con este traslado el Ayuntamiento conseguía un ahorro de 180 pesetas anuales.
Al Sr. Ballester se le debían, en ese momento, 44 mensualidades que ascendían a 1.760 pesetas. Ahora más que nunca, el Sr. Ballester urgía al Ayuntamiento para que procediera al pago de la deuda, sin que le satisficiera ninguna de las propuestas que se le ofrecían por parte del Ayuntamiento, por lo que solicitó la garantía personal del Alcalde con el fin de garantizarse el cobro.
El Alcalde no estaba dispuesto a otorgar sus garantías personales y así se lo hizo saber al resto de la Corporación. El Sr. Ballester ni siquiera aceptó como garantía las rentas de las inscripciones que poseía el municipio que estaba depositadas en la Caja de Depósitos del Banco de España, si no que insistió en que era su intención que la garantía se formalizara a través de una escritura pública, que comprometiera al Ayuntamiento.
Como el Gobernador Civil estaba al corriente de la situación envió a un delegado gubernativo contra el Municipio para la resolución del conflicto con la advertencia de que si no se aceptaba la formula propuesta por el acreedor, el Ayuntamiento debía pagar una dieta de 7,5 pesetas diarias, pagaderas del peculio particular. El Ayuntamiento se vio en la obligación de acceder a lo que se les exigía formalizó la deuda en escritura publica con el aval personal para el caso de incumplimiento por parte del Ayuntamiento.
Se reconoció la deuda de 1.760 pesetas, de las cuales se pagarían 480 pesetas, en el momento de la firma de la escritura pública y las restantes 1.280 pesetas se incluirían en los presupuestos de los años 1894/95 y 1895/06, correspondiendo la mitad a cada uno de ellos.
En el mes de junio de 1894 se firmó el contrato de arrendamiento para trasladar el cuartel a la plaza del Astial a una casa propiedad del Marqués de Cerralbo con lo que se produjo un ahorro de ciento ochenta pesetas que, aunque aliviaba el importe del arrendamiento, no resolvía el asunto en cuestión por lo que el Ayuntamiento, volvió a contemplar la posibilidad de cerrar el cuartel de la Guardia civil, para lo cual creó una comisión con el propósito de conocer el parecer del vecindario, y de informarles de que en caso de que se decidiera la continuidad de la guardia Civil creían conveniente iniciar una suscripción particular. La cuestión se saldó con la petición del relevo de algunos de los guardias que causaban malestar a la población.
Una Real Orden de 23 de Noviembre de 1903 estableció que los guardias Civiles y sus familiares beneficiarios de los servicios de Asistencia médica tenían, también el beneficio de farmacéutica gratuita, a cargo de los diferentes municipios.
Tan pronto como el cabo comandante del puesto tuvo conocimiento de la Real Orden se dirigió al Ayuntamiento solicitando la prestación gratuita de tales beneficios. La respuesta fue satisfactoria en parte, ya que su inclusión dentro de la lista de la beneficencia municipal no representaba ningún problema. Otra cosa era la cobertura de los medicamentos, pues en Hortaleza no existía ninguna farmacia particular, ni de beneficencia y el Ayuntamiento tampoco estaba asociado con ningún otro municipio para este fin, por lo que era imposible dar satisfacción a la petición formulada.
El Cuartel de la Rusia.
El Ayuntamiento seguía buscando un edificio donde poder ubicar a las fuerzas que ocupaban el cuartel que, por otra parte, iba incrementando el número de sus miembros en la medida que aumentaban las necesidades de protección de la población.
El Sindicato Católico de Agricultores de Hortaleza era el propietario de una casa situada en la calle de la Rusia, 3 y 5 que podía reunir las condiciones adecuadas para establecer el cuartel de la Guardia Civil. Desde el Ayuntamiento se entablaron las conversaciones con su presidente para ver si acordaban el arriendo de la misma para ubicar el puesto de la Guardia Civil.
Se firmó el contrato el día 22 de enero de 1921. Por parte del Sindicato fue firmado por su presidente D. Guillermo Obispo López y en representación del Ministro de la Gobernación lo hizo el Teniente Coronel, Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de la Provincia, Víctor Cachamón Cabezas. El contrato fue ratificado, en calidad de testigos, por el alcalde José Aragoneses y el secretario Florentino Gonzalo.
El contrato se estableció por tiempo “indeterminado” y completamente gratuito para el Cuerpo. Por su parte el Sindicato se hacía cargo de las obras de mantenimiento así como del blanqueo general del edificio todos los años y de la limpieza de los pozos negros siempre que fuera necesario.
La casa tenía cuatro plantas. En la planta baja se ubicaron la Sala de Armas y algunas salas para los guardias solteros. En las otras tres plantas se distribuían el resto de habitaciones para los guardias casados y sus respectivas familias. En el patio posterior había una huerta o jardín con un pozo de agua potable y un retrete para uso general.
A los 6 años de su ocupación el edificio empezó a dar signos de deterioro que afectaban a su habitabilidad lo que originó la reclamación, por parte del comandante del puesto de la Guardia Civil, a los propietarios del edificio, para que procedieran a su reparación.
El Sindicato, a pesar de reconocer su compromiso, no disponía de fondos para llevar adelante las obras necesarias y así se lo manifestó al comandante del puesto. Éste, a su vez, informó a su superior, que era el Teniente de la Guardia Civil Jefe de la Línea de Colmenar Viejo. El Jefe de la Línea, a su vez, envió un oficio al Alcalde en el que le manifestó que, “encontrándose en estado ruinoso la Casa Cuartel de esta localidad y siendo precisa una urgente y minuciosa reparación, pide se le conteste si la Corporación está, o no, dispuesta a efectuar, por su cuenta, las reparaciones precisas para poner dicho edificio en condiciones de seguridad”.
Ante el panorama que se presentaba, el presidente del Sindicato, viendo su imposibilidad para mantener la conservación del edificio tal como se había comprometido en el contrato de arrendamiento, convocó a los miembros del mismo con el propósito de encontrar la mejor manera de solventar la situación.
En una reunión celebrada por el Sindicato se acordó donar el edifico a la Guardia Civil para lo cual consultaron con el Notario del Partido Judicial sobre las posibilidades que se tenían de poder llevar a cabo sus intenciones quien les informó que no se les podía autorizar ninguna venta ni donación, puesto que las escrituras no lo permitían. No obstante las escrituras del edificio fueron depositadas en las oficinas municipales.
Por su parte al Ayuntamiento antes de adquirir ningún compromiso quiso verificar el estado de la casa cuartel y encargó un informe a Benito Rubio Ruiz y a Felipe Aragoneses Molpeceres, que eran vecinos de Hortaleza y albañiles de profesión. En el acta de reconocimiento manifestaron lo siguiente: “el edificio no reúne las condiciones de seguridad, debido al estado ruinoso en que se encontraba y al que un temporal de aguas o nieves pondría en inminente peligro de derrumbamiento”, hicieron la observación “de que durante la temporada de verano en la que el tiempo es bueno no precisa desalojar el edificio de momento, pero que por las razones expuestas anteriormente consideran muy urgente una reparación minuciosa de la casa”.
Ante la situación creada el Ayuntamiento se vio en la obligación de asumir la mencionada reforma para lo cual necesitaba la autorización del Sindicato Católico de Agricultores para su realización. La reforma fue sufragada por los propietarios, vecinos y, también se contó con la colaboración de la Congregación de los Padres Paules, lo que permitió recolectar fondos suficientes para abordar la reforma.
Una vez realizadas las obras, el día 27 de Abril de 1927, el Coronel subinspector comunicaba al Director General del Cuerpo que “se habían terminado las obras habiendo quedado la casa cuartel en las debidas condiciones de habitabilidad, sin que haya sido necesario que la fuerza desalojara el edificio”.
La instalación de teléfono y la reparación de la Bandera
En el mes de Febrero de 1932 se informaba a todos los comandantes de puesto de las casas-cuartel de la necesidad de instalar teléfonos para el mejor desempeño del servicio. El comandante del puesto de la Guardia Civil de Hortaleza se dirigió al Ayuntamiento solicitando la necesidad, de acuerdo con la circular recibida, de instalar un teléfono en el la Casa Cuartel.
La primera reacción del Ayuntamiento fue la de dejar el tema pendiente a la espera de nuevos acontecimientos. Sin embargo el comandante del puesto no dejó pasar mucho tiempo sin reiterar su solicitud, a la que el Ayuntamiento no podía seguir dando la callada por respuesta y le informó de su denegación por falta de recursos municipales.
Ante la infructuosa respuesta del Ayuntamiento, el cabo de la Guardia Civil intentó otros caminos para hacer posible la instalación del teléfono en el Cuartel. Llegó a un acuerdo con la Sociedad de Labradores del pueblo, que se encargó de todos los gastos que conllevara la instalación, incluido el alquiler del mismo. El teléfono se instaló el día 2 de Junio de 1932 y se colocó en la Sala de Armas del cuartel.
La Bandera, que ondeaba en la puerta del cuartel, había sido una donación de las Religiosas Ursulinas que residían en el Convento de Isabel Clara Eugenia. Con el paso del tiempo había perdido el color y la prestancia propia de un signo tan representativo, por lo que las mencionadas religiosas se ofrecieron en el mes de Junio de 1932, a reformar la enseña, con el objeto de que no se convirtiera en un vulgar trapo y diera una imagen distinta de la que el cuerpo de la Guardia Civil representaba.
El Ayuntamiento y el Sindicato de Labradores
Aunque se llevaron a cabo las obras de rehabilitación de la Casa Cuartel de la Guardia Civil el problema de titularidad y de quien era la responsabilidad de afrontar los gastos seguía siendo motivo de discrepancias y discusiones entre el Ayuntamiento y el Sindicato.
El Ayuntamiento pretendía forzar al Sindicato para que se hiciera cargo de los gastos en que se había incurrido, pero el Sindicato se resistía, fundamentalmente, porque no tenía ninguna actividad ni recursos para ello y, en segundo lugar, porque entendía que el primer beneficiario del servicio que prestaba la guardia Civil era el propio Ayuntamiento.
Algunos miembros del Sindicato pretendían reorganizarse y recuperar la copia de la escritura que estaba en el Ayuntamiento, para poder disponer libremente de los derechos que se tenían sobre la Casa Cuartel.
El Ayuntamiento, no estaba por la labor de entregar la escritura sino que pretendía quedarse con la propiedad del inmueble. Cada uno iba a lo suyo.
El Ayuntamiento quería comprobar si el Sindicato aún conservaba los mencionados derechos, pues en caso contrario, intentarían hacer valer los documentos de los pagos que habían realizado.
Por su parte, el Sindicato pretendía mostrar que se encontraba activo y se dirigió al Ayuntamiento para que les devolviera la copia del titulo de propiedad. Para formalizar la petición se personó el secretario del Sindicato, Hipólito Aragonés Plaza, en el Ayuntamiento. Durante la misma informó que el proyecto del Sindicato era ceder la casa a la Comandancia de la Guardia Civil, si es que la admitían.
Esta postura del Sindicato no gustó, en absoluto, al Ayuntamiento, que se negó a entregar el documento solicitado y, a renglón seguido, procedió a contestar por escrito al presidente del Sindicato de cuales eran las razones de su negativa.
Pocos años más tarde, las instalaciones del cuartel de la Guardia Civil se habían vuelto a quedar pequeñas y se necesitaba de una ampliación para dar cobijo a los guardias que prestaban servicio en el pueblo. Otra vez volvía a reproducirse el mismo problema de años atrás. Otra vez volvían a ponerse de manifiesto las conocidas posturas del Sindicato y del Ayuntamiento.
En esta ocasión el Ayuntamiento para limitar su aportación se comprometió a contribuir con 200 pesetas para la reforma con la observación de que las entregaría cuando comenzaran las obras que se estaban proyectando.
Después de varias negociaciones entre el Ayuntamiento y el Sindicato, Juan Núñez, que era el nuevo presidente del mismo, se dirigió al Ayuntamiento para informarles que, ante la imposibilidad económica para realizar las obras que se les exigían, habían acordado ceder el edificio al Estado, o al Instituto de la Guardia Civil, con la condición de que siempre fuera destinado para la Guardia Civil, confirmando la información facilitada por Hipólito Aragonés en su visita anterior.
El Ayuntamiento que no estaba de acuerdo con la decisión del Sindicato, decidió poner el asunto en manos del letrado D. Pablo de Borgia, para que le informara sobre los derechos que tenía adquiridos, puesto que los gastos los había soportado él y no le habían sido reintegrados por el Sindicato.
La respuesta del abogado sugería que se contestara al Presidente del Sindicato Agrícola, manifestándole que el Ayuntamiento no tenía reparos en que se cediera la Casa Cuartel al Estado o al Instituto de la Guardia Civil, siempre que se limite dicha cesión al usufructo y por el tiempo ilimitado, mientras se ocupe dicha casa Cuartel por la Guardia Civil del puesto de Hortaleza y siempre que el cesionario[1] asumiera la obligación de conservarla, y fueran de su cuenta todos los gastos de mejora del inmueble. Con la obligación de devolverla, el día que dejara de ser ocupada como casa cuartel de la Guardia Civil, al Sindicato Agrícola Católico, si existiera, o al Ayuntamiento de esta villa, para que fuera destinada a cualquiera de los fines que se determinan en la escritura de adquisición.
El día 1 de Enero de 1945, la casa pasó a ser propiedad de la Asociación de Huérfanos del Cuerpo de la Guardia Civil y el 20 de Abril del mismo año, la Asociación de Huérfanos firmó un contrato de Arrendamiento del edificio con el Teniente Jefe de la Línea de Vallecas, D. Cipriano Morales Barbero, para que continuara siendo ocupado por las fuerzas del puesto establecidas en Hortaleza.
El día 14 de Noviembre de 2001 la Asociación de Huérfanos solicitó la rescisión del contrato de arrendamiento del inmueble por encontrarse en condiciones desfavorables que afectaban a la estructura de las instalaciones del edificio.
Rescindido el contrato, se devolvió el edificio a la Asociación de Huérfanos el día 16 de mayo de 2002.
[1] El Estado o el Instituto de la Guardia Civil, según el caso.