Pocas referencias existen hoy de cómo era el término municipal de Hortaleza. Los que le han conocido hace cincuenta o sesenta años, todavía pueden recordar donde estaban muchas de las cosas que en este libro se van a relatar, pero los mas jóvenes tendrán mayor dificultad para identificar los lugares mas característicos de la villa.

Es probable que les suenen nombres cómo Los Cenagales, el Arroyo Valdebebas, el Monte de la Moraleja y alguno mas, pues en la actualidad todavía existen referencias de ellos, probablemente no sabrán  donde estaba la tierra del Cuartel, las eras de Tobar, Valdefuentes, la Charca Juana o la huerta de los Frailes, por poner solo unos ejemplos.

Empecemos el paseo diciendo que se trata de un término municipal de  1.735,6 Hectáreas de superficie, lo que nos da una idea de sus reducidas dimensiones. De Norte a Sur la distancia era poco mas de tres cuartos de legua[1], aunque en algunos documentos[2] se menciona alguna cifra sensiblemente inferior a los tres cuartos de legua. De Este a Oeste la distancia era de un cuarto de legua, por lo que bien se podía recorrer todo el término, en cualquiera de sus sentidos, en menos de una hora.

Estas dimensiones dotaban al término municipal de una forma alargada. El  núcleo urbano estaba situado en la parte Sur, a una distancia de tres cuartos de legua de Barajas, a unos 800 pasos de Canillas, a media legua de Chamartín y a una legua y media de Alcobendas.

Describir como era el entorno rural de Hortaleza a comienzos del  siglo XIX resulta complicado si no se parte de una referencia que permita llevar un orden en la descripción de sus diferentes elementos. La mejor guía, que duda cabe, son los caminos que  cruzaban el término municipal. Todos partían del centro de la  población que conformaba el centro urbano de pueblo y conectaban este pequeño núcleo con los municipios limítrofes y, así,  servían de  vías de comunicación para moverse por todo el término.

A medida que se alejaban del núcleo de población se ramificaban en otros caminos más pequeños, que en la mayoría de los casos eran simples veredas, desde los cuales  se  accedía a todas las tierras de labor. Muchas de estas pequeñas sendas no tenían ni siquiera un nombre para describirlas, por lo que no nos referiremos a ellas si no es por alguna circunstancia relevante.

A los caminos se les conocía por el nombre del lugar al que se dirigían o por alguna de las zonas que atravesaban. Así tenemos el camino de Valdefuentes, el camino de las Zorreras, el camino del Charcón, el camino de Canillejas, el camino de Valdecarros, etc., etc.

Cosa distinta eran las cañadas que,  por ser vías de comunicación  entre varios municipios o provincias, según el caso, estaban sujetas a la jurisdicción provincial o del Estado y, por tanto, el Ayuntamiento estaba obligado a velar por su conservación con más celo que el prestado a los caminos de su competencia.  

Camino de Chamartín de la Rosa

Este camino partía de la carretera de Madrid, poco antes de llegar al núcleo de población de la villa, cerca de donde se construyó el Pozo de la Villa. El camino presentaba una ligera pendiente hasta culminar en el Cerro de las Piedras, lugar que coincide hoy, con el cruce entre la actual Avenida de San Luís y la carretera procedente de la Estación de Hortaleza.

Este punto se encuentra a una altura de 731 metros sobre el nivel del mar siendo el punto más alto de Hortaleza y uno de los más altos de Madrid.  

Más o menos a mitad de camino, entre el Cerro de las Piedras y el Pueblo de Hortaleza estaba la Finca del Palacio, o Quinta de Santa Sofía, en el lugar que ocupa ahora el  Barrio de San Miguel.  

Precisamente en 1886 se produjeron algunos problemas entre el dueño de la Finca del Palacio, que por entonces era D. Guillermo Ballester y el Ayuntamiento,  con motivo de una denuncia del propio Ayuntamiento a causa de  una arbitrariedad cometida por el Sr. Ballester que, al  renovar la linde de una de sus tierras, se había metido en los límites del  Camino de Chamartín. Para determinar los lindes con exactitud el Ayuntamiento se vio en la obligación de constituir una comisión formada por dos concejales y D. José Aranda y Fernando Rodríguez, vecino de Hortaleza. El Sr. Aranda era el agrimensor que había intervenido en la medición de otras tierras adquiridas por el mencionado Sr. Ballester.  

La Cañada de Toros

Procedente del Oeste  llegaba a Hortaleza  una cañada denominada Cañada de los Toros. Entraba por el Cerro de las Piedras y, nada mas entrar en el término de Hortaleza, se cruzaba con el Camino de la Cuerda, que venía paralelo al eje de la Ciudad Lineal en dirección al término de Fuencarral. Unos doscientos metros más adelante, también, partía de la Cañada otro camino denominado Camino del Cura, que se dirigía a Fuencarral.

La cañada llegaba hasta las proximidades del núcleo de población por las afueras de la Quinta del Cristo de la Salud, y continuaba en dirección noreste, camino de los Cenagales hasta unirse con el Camino Viejo de Burgos, casi en las postrimerías del Arroyo Valdebebas,  antes de abandonar el término municipal.

El Camino del Charcón

Cerca de las tapias de la Finca del Cristo de la Salud,  partía el  Camino del Charcón, en un punto que se podría situar actualmente con la  entrada al Barrio de la UVA de Hortaleza. “El Charcón” era una finca con una edificación relativamente grande en la que existían unos cobertizos donde se cobijaba el ganado. La denominación, tanto de la finca como del camino,  se debe a que en las proximidades de la casa existía  una importante charca  conocida como el Charcón.

Los Cuatro Caminos

Siguiendo con la Cañada de los Toros, dejando el núcleo de casas atrás, se llegaba a un cruce de caminos denominado los  Cuatro Caminos. Además de la propia Cañada, que continuaba después del punto mencionado, coincidían en ese punto, el Camino del Charco Pescador y el Camino Alcobendas, que partía del núcleo de población, en sentido Norte, cruzaba en ese punto y continuaba en su trayectoria hasta la localidad de ese nombre, aunque cambiaba su denominación de Camino de Alcobendas por el de Camino de la Dehesa.

El Camino del Charco Pescador

El Camino del Charco Pescador partía de los Cuatro Caminos en dirección noroeste y se dirigía al Charco Pescador, que era un lugar por donde discurría el arroyo del Charco Pescador.  De su margen izquierda  partía el  Camino de la Fuente de la Mora, que al día de hoy ha conservado su nombre y se ha convertido en calle en el nuevo Barrio de Sanchinarro.

El camino del Charco Pescador continuaba por la zona denominada del  Arroyo de los Povos[5] hasta  desembocar  en el Arroyo de Valdebebas.

Camino de Alcobendas

Como su nombre indica era el camino que unía ambas poblaciones. Salía del pueblo en dirección Noroeste, como se ha comentado anteriormente y discurría  paralelamente a las tapias de la Quinta del Cristo de la Salud, hasta desembocar en los Cuatro Caminos. Arrancaba su recorrido con una cuesta denominada “La Cuesta de la Tía Victar”.

A mitad de la cuesta  se encontraban  unas cuevas donde vivía la familia del “Romo”.  Cuentan que en ellas apareció muerto el tal “Romo”.

Debido a su pendiente, en tiempos de lluvia, se formaban unas grandes regueras que perduraban, incluso en la época del estío, lo que presentaba una  cierta dificultad para los carros que, cargados de grano y procedentes de las eras, iban camino de los graneros del pueblo. 

En el esquinazo de la Quinta del Cristo de la Salud,  a modo de vigilante del camino,  permanecía hierático un mojón de piedra de granito, de 1 metro de altura, aproximadamente,  por unos 40 centímetros de ancho, que se convertía en lugar de parada  camino de las  eras.

Sobre este  camino se planteó, a  principios del siglo XX, desarrollar el proyecto de comunicación entre Hortaleza y Alcobendas, pero no se llevó a cabo por entender las autoridades que,  ambas poblaciones, ya estaban suficientemente bien comunicadas a través de la Carretera Nacional número 1, hoy Carretera de Burgos -A1-.

El Camino de la Dehesa

Partía de los Cuatro Caminos como prolongación del Camino de Alcobendas y se dirigía en dirección Norte hasta cruzar el  Arroyo de Valdebebas para continuar en dirección al municipio de Alcobendas.

Discurría entre el Camino del Charco Pescador y el camino del Cerro de la Cabaña.  Antes de abandonar el término municipal de Hortaleza  atravesaba el Monte de la Moraleja o  Dehesa de Hortaleza, de donde tomaba su nombre.

D. Antonio Urzaiz, que era el dueño de la Quinta del Cristo de la Salud y un importante ganadero y agricultor de su época,  tenía una finca en el camino de la Dehesa y pretendía desviar el camino desde la entrada de los Cuatro Caminos hasta la bajada de la primera cuesta, para evitar que atravesara su propiedad. Sin pedir el permiso correspondiente al Ayuntamiento, ya había procedido a interceptarlo con montones de basura, con la intención de roturarlo posteriormente. El ayuntamiento una vez tuvo conocimiento del caso le comunicó al Sr. Bello, administrador del Sr. Urzaiz, que debían dejar libre el paso por el camino.

En vista de la respuesta del Ayuntamiento, D. Manuel Bello, dirigió una propuesta en la que, además, de solicitar el permiso correspondiente para desviar el camino, manifestó su intención de correr con todos los gastos siempre que quedara incorporado a su propiedad el trozo de camino existente en ese momento.  

Como se trataba de un tema que podía afectar a terceros, el Ayuntamiento decidió convocar la junta de mayores contribuyentes y darles cuenta de la mencionada solicitud. Una vez mantenida la oportuna sesión se procedió a comunicar a D. Manuel Bello, el acuerdo y las condiciones para acceder a su petición, que fueron las siguientes:

  1. Que ha de dejar abiertos ambos caminos por el término de dos años.
  2. Que el nuevo, hecho por el solicitante, deberá tener la anchura de 24 pies, quedando obligado a la recomposición en el término anteriormente prefijado.
  3. Que al finalizar dicho termino será reconocido y mostrándose en las condiciones que se estipulan, podrá roturar el antiguo quedando el nuevo para el uso y servicio público.

Ante la razonable respuesta de la Corporación, se produjo la sospechosa reacción del Sr. Bello que comunicó al Alcalde, de forma verbal, que le fuera devuelta la petición que había planteado con anterioridad, puesto que en esas condiciones no le convenían para sus fines.

Cómo la postura del Ayuntamiento se mantenía en toda su firmeza, un año más tarde, el Sr. Urzaiz  volvió a plantear su propuesta. Aunque no aceptaba  las condiciones que le habían sido comunicadas, al menos, se comprometía a cumplir lo relativo a la permanencia de ambos caminos.  El Ayuntamiento volvió a reunirse con los mayores contribuyentes quienes reconocieron las ventajas que representaba la apertura del nuevo camino pero, insistieron, en recordarle que debería  observar las condiciones que se establecieron en el año anterior, aunque habían reconsiderado la anchura del  nuevo camino y aceptado que fuera al menos de 15 pies, en lugar de los 24 anteriores. Pero, era una exigencia municipal, que el Sr. Urzaiz debía aceptar cuantas servidumbres existieran sobre el antiguo camino.

El  Camino del Cerro de la Cabaña

Después de los Cuatro Caminos siguiendo por  la Cañada de Toros  surgía el  Camino del Cerro de la Cabaña. Culminaba una pequeña colina, que separaba los valles que formaban  el  Camino de la Dehesa y el Camino de los Cenagales. Después de cruzar el Arroyo Valdebebas terminaba en el Camino del Arroyo de  Valdebebas.  

Camino del Arroyo de Valdebebas

            Su recorrido discurría paralelo al Arroyo Valdebebas, entre el Monte de la Moraleja y el mencionado arroyo.

Debido a su trazado  en dirección Este Oeste, con él se cruzaban todos los caminos que saliendo del pueblo se dirigían en dirección Norte. Y, por la misma razón, de él partían todos los caminos que pretendían dirigirse hacia el  Monte, como era el caso del camino de la  Fuente de la Teja, el Camino de la Raya, o el del Cura. 

 El Camino Viejo de Burgos

El camino Viejo de  Burgos surgía como continuación de la carretera de Madrid. Apenas abandonaba  el núcleo urbano, dejaba tras de sí  el pozo de la Charca Juana, que en sus tiempos de esplendor estuvo arbolado y cuidado, como si de un jardín se tratara.  

En el lugar donde estuvo ubicado, que coincide, actualmente,  con el inicio de la calle Gregorio Sánchez Herráez, aún se conservan una enorme morera y una acacia cuya antigüedad supera  los ochenta años.

En la margen izquierda, de este Camino de Burgos, aún existe la finca denominada La Huerta Mena, conocida, actualmente, como Finca de los Almendros, y cuya antigüedad se remonta al siglo XVIII. Entre la Huerta Mena y el núcleo de población se encontraba la era de Román, más o menos en el lugar por donde hoy discurre el carril bici que circunda la zona.

Poco después partía por la izquierda el Camino de los Cenagales y, por la derecha, el Camino de Valdefuentes. El Camino Viejo de Burgos  continuaba  su discurrir hacia el Norte siguiendo el valle existente entre los montes de Los Cenagales y Montoro.  

  Con comienzo del siglo XX se fue configurando,  a ambos lados del camino, un nuevo asentamiento de población conocido como las Cárcavas que en la actualidad está llamado a convertirse en una de las zonas más caras y con una de las mejores dotaciones de servicios de la Capital.  

Camino de los Cenagales

Como se menciona mas arriba del Camino Viejo de Burgos salía, en dirección Norte, el  Camino de los Cenagales,  que iba a encontrarse y confundirse con la Cañada de los Toros o camino de las Carretas, que venía desde los Cuatro Caminos.

Antes de llegar a ese punto se encontraba el paraje denominado de Las Santanillas, también conocido como de Las Hontanillas.    

Después de juntarse con la Cañada de Toros, el camino seguía llamándose Camino de los Cenagales y, raramente se hacía referencia a el como cañada. A partir de la Finca de los Cenagales, el trayecto del camino descendía hasta su encuentro con el  Camino Viejo de Burgos, casi en el Arroyo de Valdebebas.  

Caminos de Montoro, Valdefuentes y Valdehigueras

Partían del Camino Viejo de Burgos en dirección Este, camino del Cerro de los Perros en dirección a Valdefuentes.  Se cruzaba con el Camino de Valdehiguera, procedente de Canillas, en el paraje denominado Montoro.

Camino de Barajas, Camino de Valdecarros

El Camino de Barajas nacía en el lugar denominado “La Solana”, que se encontraba en el inicio de la Calle del Cuartel. 

Después de atravesar el Arroyo Juanes  iniciaba su ascensión hacia el Cerro de los Perros, donde se cruzaba con el  Camino de la Carrera Verde, continuando en dirección al Olivar de la Hinojosa.

El Camino de la Carrera Verde era la separación de los términos de Canillas y Hortaleza.

A la izquierda del Olivar de la Hinojosa se encontraba la Dehesa de Valdecarros, que también pertenecía a Canillas y hacia ella partía, desde el camino de Barajas, el camino de Valdecarros.

Camino de Canillejas

En dirección Sureste, desde la parte trasera de la Iglesia de San Matías, partía el camino a la Alameda de Osuna, conocido también como camino de Canillejas o de la Cerámica. A pocos metros del núcleo urbano, siguiendo por el camino, se encontraba el actual Cementerio de Hortaleza.   

Enfrente del Cementerio se encontraban la era de los Padres Paules conocida como la era de “los  Frailes” y la de Rafael Ortega y, un poco más allá, después de superar el cementerio de “las monjas”,  estaba la del Poli y un par ó tres de pequeñas era más.

Antes de descender hasta el lugar donde Hipólito Aragonés, “ El “Poli” , puso un tejar, se construyeron, avanzado el siglo XX, ocho o diez casas  que  daban cobijo a otras tantas  familias de emigrantes que se instalaron en Hortaleza procedentes de Andalucía.

A la derecha del camino estaban  “Las Fuentecillas”,  un manantial sobre el que se construyó un pilón que servia de abrevadero para el ganado y, antes de llegar al límite con Canillas, se encontraba la confluencia del Arroyo Juanes con el arroyo del Quinto, cerca de la Huerta de los Frailes y la viña de “Pitillo”.

Camino de Canillas

Los núcleos de población, de Canillas y Hortaleza, se encontraban asentados en sendas colinas con una elevación de 700 metros sobre el nivel del mar.

La vaguada que separaba ambas poblaciones, era aprovechada por el Arroyo del Quinto o Arroyo de Rejas para conducir sus aguas camino del Arroyo Juanes.

El Arroyo del Quinto era la separación natural de ambos términos. Para situarlo con referencias actuales, digamos que cruzaba la glorieta de Mar de Cristal y el edificio del Comité Olímpico Español, en dirección al parque Ferial Juan Carlos I.

Tierras de secano y poca calidad

El terreno del término municipal de  Hortaleza era de secano y de mediana calidad, de tal manera que casi el 77 % de sus 1.735,6  Hectáreas  estaba dedicada a la producción de cereales de secano, quedando un porcentaje inferior al 20 % que se destinaba a viñedo y  el resto, apenas un 5 %,  eran  zonas destinadas a montes, prados y pastizales y  huertas. 

Mas de 1300 Hectáreas  se dedicaban a cereales como el trigo, la cebada, garbanzos y centeno. Entre las tierras más conocidas del término podemos mencionar: El Cuartel, las Chorreras, La tierra de las 40 fanegas,  la Monja,

Hubo un tiempo, en los albores del siglo XX, en que las viñas representaban una actividad importante y tuvieron un reconocimiento que dio fama a los frutos recolectados,  especialmente a las uvas Moscatel y Garnacha, que fueron replantadas después de la epidemia de filoxera que desbastó las vides de media España.

Con el paso del tiempo se fue abandonando  la actividad y  alrededor de 1940 apenas quedaban unas pocas viñas en todo el término. Entre las viñas  mas recordadas están la  del tío Eusebio, que estaba en el Cerro de los Perros, la de Pitillo en el camino de Canillejas, la de  los Cuatro Caminos, la del Tío Pepe el Herrero, en el camino de Valdefuentes, casi en el Escudillo, la viña las 10, abajo en el Escudillo, la viña de Leoncio, enfrente de los Cenagales y otro par de ellas en el Charco Pescador, la de los Tatos y la del Sr. Félix.

Las huertas han sido escasas en todo el término, principalmente, debido a la cada vez más notable ausencia de agua de sus  arroyos. Si cabe,  podemos resaltar las dos  de los Frailes, una en el camino de Canillejas, antes de llegar a la viña de Pitillo, y la otra, dentro del convento; la del Raspa, la del Titi, la de Campos, la del tío Miguel Aguado y la que plantaban  Rafael “el Toledano”  y Agustín Ortega,  en los Cenagales.


[1] Las leguas corresponden a 5572,7 metros.[]

[2]  Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de España, de 1848,  indica una extensión de media legua de Norte a Sur. 

[3] Medida de longitud equivalente a 835 mm. y 9 décimas.

[4] Parece ser que en esta parte del camino se amplió la anchura en relación a lo acordado en 1860.

[5] Seguramente por simplificación semántica se le conocía como el Arroyo de los Poos

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