D. Jose Garcia de Miranda Vázquez de Mondragón y su esposa, Dª Juana de Morales, marqueses de Sales, reflejaron en su testamento ante el notario D. Francisco Gregorio Ortega en su protocolo 20752 y 20756 que tenían una propiedad en Hortaleza en la que existía una casa principal, con algunos edificios adyacentes, cochera y jardines.
Los marqueses de Sales debieron adquirir la finca a finales del Siglo XVIII, una vez que le fue concedido el titulo nobiliario de Marques de Sales a D. Jose Garcia de Miranda y Vazquez de Mondragón Vidal- Saavedra y Guillen que así se llamaba el reciente marques.

El titulo nobiliario de Marquesado de Sales le fue concedido el 27 de agosto de 1770 por el rey Carlos III. D. Jose Garcia Miranda ademas ostentaba los títulos de caballero de la Orden de Santiago, mayordomo de semana de Su Majestad, gentilhombre de cámara con ejercicio.
Mientras fue propiedad de los marqueses de Sales la casa estuvo alquilada a D. Alejo Rojo que fue Director de la Real Imprenta y Comisario Honorario de Guerra de los Reales Ejércitos.
Es probable que fuera el III Conde de Torrepilares, D. Nicolás Gómez de Terán y Rico quien adquiriera la finca antes de 1851. La referencia la encontramos en un acta del 20 de agosto de 1951, del Ayuntamiento de Hortaleza donde se menciona al Conde de Torrepilares como uno de los candidatos a formar parte de una terna de vecinos forasteros que se le propuso al Administrador General de Contribuciones Directas de la provincia. A Don Nicolás, le sucedió D. Francisco de Paula Gómez de Terán , sobrino suyo, que ostentó el título de IV Conde de Torrepilares hasta su muerte en 1899.
A finales del siglo XIX se establecieron en Hortaleza dos congregaciones religiosas, una de monjas y la otra de curas. La primera se instaló en la finca del Palacio de Buenavista y los hermanos de los Padres Prefectos Paúles en un antiguo caserón cercano a la Iglesia de Hortaleza, en una finca que tenía su propia huerta, que fue comprada a D. Celestino Ansorena, junto con 600 fanegas de tierra repartidas por todo el término municipal, de las cuales la tercera parte eran viñas, por el precio de 37.000 pesetas.
Los Paules después de permanecer en el viejo caserón, casi cuarenta años, en unas condiciones de habitabilidad muy deficientes procedieron a la compra de los terrenos que pertenecían al Conde de Torrepilares y que se encontraban en las proximidades del viejo edificio, con la previsión de poder ampliar sus instalaciones para albergar a la creciente congregación de hermanos, que se estaba produciendo. Se trataba de una finca con terreno suficiente para cubrir las necesidades del momento y con espacio para poder ampliarlas en el futuro.
En proyecto de ampliación coincidió con los primeros años de la II República. Los Paules solicitaron la correspondiente licencia al Ayuntamiento para empezar la ampliación con la construcción de un nuevo edificio pero el Ayuntamiento inmerso en las dudas que les concitaba el momento político no estaba seguro de como proceder y dejó que la solicitud de licencia caducada.
En 1934 los Paules decidieron reactivar el proyecto con una nueva solicitud de licencia y la presentación del correspondiente proyecto. La ampliación del seminario consistía en la construcción de un edificio, en la zona de la huerta, con dos plantas y con un total de 834,95 metros cuadrados
Concedida la licencia el proyecto se llevó a cabo y una vez finalizadas las obras, los Padres Paules presentaron el expediente solicitando el alta el edificio, cuestión que se fue retrasando, en esta ocasión, porque el arquitecto municipal D. Ramón Aníbal no había emitido el informe correspondiente, lo que motivó que los Paules se dirigieran al Ayuntamiento para recordarles el retraso.
A finales del mes de Marzo de 1.935 el Ayuntamiento ya tenía en sus manos el informe emitido por el arquitecto municipal, del que se desprendía que la valoración de las obras realizadas en la construcción ascendía a 995.910,36 pesetas y el terreno se había valorado en 6.716, 92 pesetas, los que hacían un total de 1.002.637,28 pesetas.
Los Paules pensaban utilizar el nuevo edificio como seminario, sustituyendo a la vieja residencia que la Congregación tenía en la Plaza de la Iglesia. Tan pronto como tuvieron la oportuna licencia realizaron el trasladado de la mayoría de los enseres del viejo caserón al nuevo edificio.
La situación política del momento aconsejó a los rectores del seminario que los seminaristas debían abandonar las instalaciones. A comienzos del año 1936, los seminaristas habían sido trasladados a la provincia de Burgos, en precaución ante el resultado de las elecciones que habían tenido lugar el 19 de Febrero, en las que había obtenido mayoría de diputados el Frente Popular. Circunstancia que llevaron a cabo con tanta discreción, que ni el Ayuntamiento se enteró de tal movimiento.
Durante la Guerra Civil el nuevo edificio fue confiscado por las tropas republicanas para utilizarlo como cuartel general de diferentes divisiones, especialmente de la 11 división a cargo del mayor Lister. Terminada la Guerra Civil, fue recuperado por los Padres Paules
Los años posteriores a la Guerra fueron tiempos difíciles para el conjunto de la sociedad española durante los cuales, bastantes jóvenes procedentes de toda España y especialmente de las provincias de Logroño, Navarra y Burgos, optaron por su incorporación como seminaristas al Convento de los Padres Paules.
No existían en muchos kilómetros de distancia unas instalaciones deportivas como las que tenían los curas: varios campos de fútbol, un frontón, canchas de baloncesto, una piscina enorme con su trampolín incluido. Además de todo ello, contaban con un extenso terreno con árboles frutales y con una amplia huerta.
Para los chicos del pueblo era todo un reto poder entrar a jugar en sus instalaciones. En una de estas ocasiones ocurrió la triste desgracia de que un primo mío, José Luís Colino Obispo, hijo de Adolfo y de Angelina, que era prima hermana de mi padre, cayó desmayado junto a una de las porterías durante un partidillo de fútbol. Era un domingo por la mañana y él jugaba de portero. Recuerdo que transcurrió mucho tiempo hasta que llegaron las asistencias sanitarias y, cuando lo hicieron, ya no tenía solución. José Luís tenía 16 años y no volvió a levantarse con vida del lugar donde cayó. Fue el 21 de Abril de 1968 y se certificó como la causa del fallecimiento un “colapso cardiaco”.
Hoy la finca está ocupada por un parque público y el colegio de Santa Maria de la Asunción.