Las calenturas y las muertes del siglo XVIII.
Remontándonos en los tiempos. El primer médico del que se tiene alguna referencia fue D. Manuel Luís Navarro, que estuvo en Hortaleza nada menos que dieciséis años, desde 1770 hasta el mes de Octubre de 1785. D. Manuel falleció en el mes de octubre de 1786. Coincidiendo con su ausencia fallecieron más de cuarenta personas, siendo la causa, en la mayoría de los casos, la falta de atención médica.
Al Dr. Navarro le sucedió D. Joseph de Mendizabal que pronto renunció como cirujano titular por que no le sentaba bien «el terreno». Aunque supongo que las deudas que tenía el Ayuntamiento con él, tuvieron algo que ver en su renuncia. Al final el ayuntamiento pudo pagarle gracias a las alcabalas que pagó D. Blas de Hinojosa, tutor el D. Luis Vicente Rafael Melo de Portugal y Almunia, V Marqués de Vellisca, por la venta de una casa a la Marquesa de Uceda.
Para cubrir la plaza de cirujano se presentaron D. Joseph Garcia Chaves y D. Pedro Andres Espada. El elegido fue D. Joseph Garcia Chaves, que tampoco duraría mucho en el pueblo.
El problema para sustituir al médico eran las condiciones que el Ayuntamiento imponía en la contratación. El salario ofrecido era de 400 ducados. El médico debía residir permanentemente en Hortaleza y tener, a su cargo, un mancebo con habilidad para afeitar y sangrar. En el salario estaban incluidas las sangrías de prevención, sacar muelas, asistir a los partos y cualquier otra circunstancia que ocurriera excepto las de mano airada.
Para poder pagar los 400 ducados al médico cirujano, el Ayuntamiento acordó cargar a cada azumbre de vino, 2 cuartos.
Se estaba en negociación con D. Joaquín de Semibaldi, pero antes de formalizar la contratación, el Ayuntamiento solicitó a D. Martin Carnicero, que era médico de Madrid, para que visitara a los numerosos enfermos que había y que informara de la situación en que se encontraban debido a las innumerables calenturas que sufría la población.
En 1834 el médico de la población era D. Francisco Iborra. D. Francisco fue médico cirujano durante más de treinta años, a lo largo de los cuales, especialmente en su última parte compartió la atención de los enfermos de la villa con D. Manuel Aguirre.
De los deseos de Primera clase a la realidad de Cuarta categoría.
Las poblaciones tenían una catalogación en función de los servicios que podía ofrecer. En 1854 Hortaleza figuraba como un partido de segunda clase.
Siendo alcalde Antonio Barceló acogiéndose al Real Decreto que se había promulgado en mayo de 1854, pretendieron subir de categoría. El Real Decreto establecía que los municipios podían solicitar su inclusión en la clase que quisieran, siempre que cumplieran con los requisitos establecidos para la categoría solicitada.
El Ayuntamiento de Hortaleza había acordado con el de Barajas la prestación conjunta de los servicios, tanto de médico como de farmacia. Desde 1851 los servicios de beneficencia los cubría D. Manuel Aguirre, que era el médico de Barajas y el cirujano era D. Francisco Iborra, que lo hacía en Hortaleza desde 1834. Y se pretendía, que el farmacéutico de Barajas, D. Donato Arca cubriera esta parcela también en Hortaleza
Con este plan el Ayuntamiento se dirigió al Gobernador Civil manifestándole su intención de incorporarse entre los municipios de la primera categoría.
El Gobernador manifestó que, según sus noticias, la Junta de Barajas no permitía al Dr. Aguirre atender a otros ayuntamientos y que, por tanto, invitaba al municipio de Hortaleza a que formara un Partido, para médico titular, con los municipios cercanos de Chamartín, Canillas y Canillejas.
Por parte del Gobierno Civil se concluyó la calificación de los municipios y Hortaleza fue clasificado de cuarta clase.
No obstante al ayuntamiento se le aconsejó que se asociara a las villas limítrofes que tuvieran una categoría semejante para prestar de forma compartida los servicios de médico-cirujano y farmacéutico. El Ayuntamiento acordó asociarse a los municipios de Canillas y Canillejas.
Compartiendo médico con Canillas
Después de 10 años sin que los ayuntamientos de Hortaleza y Canillas fueran capaces de alcanzar un acuerdo respecto de la lista de la lista de familias de la beneficencia, por fin, el 15 de diciembre de 1867 firmaron un acuerdo en el que se incluyeron las siguientes cláusulas:
- Que cada ayuntamiento aportaría las cantidades correspondientes en función del número de familias pobres que clasificara.
- Que la aportación cubría setenta familias pobres y que se pagaría de los fondos Propios por trimestres vencidos, sin perjuicio de que si de la clasificación que hiciese el ayuntamiento resultasen más pobres, abonarle al facultativo veinte pesetas más por cada familia.
- Que el contrato se formaliza por tres años, a contar desde el día que se obtenga la aprobación del Gobernador civil de la Provincia.
- Que el facultativo queda obligado a prestar con esmero la asistencia facultativa a setenta familias pobres o a aquellas que el Ayuntamiento calificara si no llegase a aquel número.
- Que se concede al Profesor Titular dos meses de licencia al año para casos de ausencia y cuatro por motivos de salud, siempre que ponga por su cuenta otro facultativo que preste la asistencia correspondiente.
- El facultativo no podrá, en caso de epidemia, abandonar la población bajo la pena que establece el artículo setenta y cinco de la Ley de Sanidad.
- Que según establece el articulo veintiuno del Reglamento, al finalizar este contrato si al Profesor le conviniese continuar, avisará al Ayuntamiento con dos meses de anticipación para que dentro de él pueda proveer la vacante. Sin embargo se entenderá que queda rescindido en el caso que habla el artículo veintidós del Reglamento siempre que en ello concurra la observancia de las prescripciones de esta Ley.
Según la Orden del Gobernador, a la agrupación de ambos municipios, le correspondía una dotación de doscientas cincuenta escudos para los servicios sanitarios.
Mientras se llegó al acuerdo, el Dr. Iborra fue el médico de Hortaleza. Después de firmado el contrato se nombró de forma interina a D. Paulino Muñoz Sáez, como medico de ambas localidades.
Pasados dos años D. Paulino Muñoz presentó la renuncia a su puesto y se tardaron mas de ocho meses en cubrir la plaza de médico municipal, con el consiguiente trastorno a la población que se veía obligada, en caso de urgencia, a trasladar a los enfermos a alguno de los pueblos limítrofes.
Un médico sólo para Hortaleza
A partir de 1877 Hortaleza decidió contratar un médico con dedicación exclusiva a los vecinos de la localidad. Se firmó un contrato con José Eduardo Parrondo por un año de duración. Antes de que se cumpliera el año, en el mes de Mayo de 1878, se anunció la vacante en la sesión del día 29 de Julio de 1878.
Aunque se presentaron dos candidatos fue elegido por unanimidad D. José Parrondo que estaba siendo el medico titular.
Las condiciones fueron las siguientes:
- El tiempo de este Compromiso o Contrato será el de un año que empezará a contarse desde el día primero de Julio próximo venideros.
- El Ayuntamiento queda obligado a satisfacer, trimestralmente, al médico titular Sr. Parrondo, la suma correspondiente de las Mil pesetas que como haber se le señala y están asignadas con tal objeto en el presupuesto Municipal por la asistencia gratuita a pobres enfermos.
- Queda terminantemente prohibido al médico titular salir a visitar fuera de este término municipal, salvo los casos forzosos que las leyes declaran obligatorio y esto siempre dando debida cuenta con anterioridad al Presidente del Ayuntamiento expresando la causa o motivo, quien en su vista acordara lo procedente.
- Así mismo queda estipulado que la visita ordinaria que es costumbre hacer a los enfermos por la mañana debe efectuarse con objeto de proporcionar a los mismos toda la comodidad posible, antes de que salga para la Corte el correo de esta Villa.
- En virtud de lo dispuesto en el artículo 7 del Reglamento antes citado queda facultado en libertad de celebrar contratos con los vecinos pudientes de esta población.
- Que las treinta y seis familias clasificadas pobres por esta Corporación a las cuales el facultativo tiene la obligación de prestar asistencia gratuita en sus enfermedades, son las que constan en relación formada que queda archivada en el de este ayuntamiento, de la cual se le proveerá copia autorizada por el Presidente debiendo hacer constar siempre que la buena administración de justicia aconseje y reclame, introducir alguna reforma en dicha relación con respecto a sus individuos ha de darse conocimiento inmediatamente al Sr. Médico Titular a los efectos oportunos. Bajo cuyas bases y Condiciones estipuladas firman este contrato ambas partes otorgantes de todo lo cual yo el Secretario certifico.
De esta manera Hortaleza establecía unas condiciones para la prestación de los servicios de sanidad local, que no dejaban lugar a dudas. El alcalde Eustaquio Núñez pretendió evitar los problemas que el anterior contrato conjunto con Canillas había planteado.
Hortaleza estaba viviendo un periodo de mucha intensidad municipal con cambios traumáticos en la salida de los diferentes alcaldes que afectó, entre otras cosas, a los compromisos de pagos de la corporación. Uno de ellos eran las remuneraciones pendientes de pago del Dr. Parrondo correspondientes al periodo 1871-1876. En vista de que el ayuntamiento no cumplía con el pago, el Dr. Parrondo decidió no seguir prestando sus servicios en la localidad y presentó su renuncia como médico titular en el mes de Marzo de 1880.
Fue seleccionado D. José López Jiménez, que firmó un contrato en las mismas condiciones que el anterior pero con una revisión a la baja en sus emolumentos. El contrato se firmó por un importe de novecientas noventa pesetas.
En Hortaleza no se había constituido la Junta Municipal de Sanidad, que debía ser la encargada de llevar a cabo las medidas sanitarias establecidas por la autoridad gubernativa. El 11 de julio de 1866 el Gobernador Civil mandaba una circular para su cumplimiento con ocasión de la declaración de una epidemia a nivel nacional de cólera morbo asiático. La circular iba dirigida a la Junta Municipal de Sanidad, pero, al no existir, no fue atendida por la corporación. La Junta Municipal de Sanidad no fue constituida hasta el mes de julio de 1884.
La junta de Sanidad
La primera Junta Municipal de Sanidad estuvo compuesta por el alcalde Antonio López Torres, los vecinos Manuel Bello y Manuel de la Vega, el cura párroco D. Lorenzo Rodríguez, el médico titular D. José López Jiménez y el profesor Veterinario D. Lucio Amalio García.
D. José López Jiménez estuvo como médico titular hasta 1887, que fue sustituido por D. Baltasar Medaño de la Fuente.
Casi 10 años después, las funciones y actividades de la Junta Municipal de Sanidad habían quedado en el olvido. En Julio de 1893, el alcalde Julián Morales Martín, de acuerdo con el médico D. Damián Rodríguez decidieron que era necesarios que se reactivaran sus actividades.
Se acordó constituirla con todos los miembros de la Corporación, presididos por el Alcalde, y los concejales Nicasio José y Zacarías Santos, como vocales, el cura párroco Pablo Aylagas y Elvira y al médico titular mencionado D. Damián Rodríguez y como agregado el profesor de veterinaria D. Julián Sánchez Escribano.
D. Damián estuvo como médico en Hortaleza durante dos periodos distintos. El primero durante los años 1891-1892 y el segundo de 1893 a 1894. En el mes de Agosto de este último año D. Damián Rodríguez presentó la renuncia.
Entre los dos periodos en que estuvo D. Damián Rodríguez, ejerció el cargo de médico titular D. Carlos Maria Guerrero Polo. Después le sustituyeron D. Ricardo Segura Zorita, D. Inicial Barahona Holgado y D. José Ignacio Pérez Román.
Un caso de Difteria
En el mes Noviembre 1890 siendo el médico titular del pueblo D. Baltasar Medaño, se declaró un caso de Difteria en casa del Profesor D. Simón Blanco. Inmediatamente que fue detectado se suspendieron todas las clases para evitar el contagio de los niños y niñas del pueblo.
De la alegría a la rescisión del contrato.
En el mes de Enero de 1902 se necesitaba cubrir la vacante de médico titular del pueblo. Se recibieron diferentes solicitudes entre las que se eligió la de D. Cándido González Arellano. El sueldo que estaba consignado en el presupuesto era de 750 ptas. La sorpresa para el Ayuntamiento fue que en el momento de su incorporación, el Dr. González Arellano, manifestó que desempeñaría sus funciones de forma gratuita, a beneficio del vecindario, puesto que percibía haberes del Estado como médico retirado de Guerra y, por tanto, tenía incompatibilidad con cualquier otro ingreso procedente de algún organismo oficial.
La noticia resultó sorprendente y agradable para la corporación pues el salario del médico en esos momentos representaba el 10 % del presupuesto municipal.
La realidad es que este tipo de noticias suelen esconder alguna sorpresa, como así fue. A los pocos meses el médico pretendía cobrar el sueldo estipulado en forma de gratificación.
En el Ayuntamiento entendieron que la postura del médico era poco responsable, incluso la catalogaron de falta del cumplimiento de su compromiso y dieron por cancelado el contrato anunciando la vacante.
El día 18 de Junio 1902 volvió a ser nombrado médico titular D Carlos María Guerrero y Polo. A pesar de que el número de familias denominadas pobres era sólo de 21, el sueldo se mantendría en las 750 pesetas.
El contrato del Dr. Guerrero que era anual se convirtió en indefinido, mediante una instrucción de Sanidad de 12 de Enero de 1904, que consideraba que todos los contratos que estuvieran vigentes desde 1902 se consideraban prorrogados por tiempo ilimitado. Una vez conocida la instrucción de Sanidad el ayuntamiento acordó, por unanimidad, su prórroga indefinida con un sueldo de novecientas noventa y nueve pesetas, que suponía un incremento sobre el que se tenía firmado.
Un caso de viruela
El día 7 de Febrero DE 1909 se produjo la vacante del titular que fue cubierta por D. Lorenzo Ricardo Chamorro y Tello, con el mismo sueldo de novecientas noventa y nueve pesetas y la obligación de atender a 20 familias pobres que figuraban en la beneficencia municipal. El Dr. Chamorro estuvo como médico titular hasta la incorporación de D. Agustín Calvo Pérez.
Durante el verano de 1909 se había producido una circunstancia que llenó de preocupación a los habitantes de Hortaleza y era el caso de que, en el seno de la familia de Julián Barreiro, se había dado un caso de viruela. Aunque se trataba de un caso aislado, el alcalde D. Eduardo Núñez entendió que a la circunstancia debía prestársela la máxima atención y propuso tomar las medidas adecuadas para evitar su posible contagio al resto de la población.
Previa consulta al Gobierno civil se procedió a publicar un bando para que todos los habitantes procedieran a su vacunación o revacunación. El Bando no dejaba lugar a dudas, declaró obligatoria la vacunación, sin excusa, ni pretexto, procediendo, en caso contrario, con todo el rigor de la Ley, a imponer multas y demás medidas coercitivas, para todos aquellos que desobedecieran el mandato.
La llegada de D. Agustín
Durante el año 1923 se incorporó como medico titular D. Agustín Calvo. Coincidiendo con su llegada al pueblo se produjo la petición de la Federación Sanitaria del aumento de las igualas del médico. El asunto fue entendido por la Corporación, pero como era un tema que afectaba a la mayoría de los vecinos del pueblo, el Alcalde Bernabé Morales decidió convocar a la Junta Municipal y a los mayores contribuyentes del pueblo para adoptar su solución.
A lo largo de la historia de Hortaleza ha habido médicos que han dedicado grandes épocas de su vida a desarrollar su labor profesional con los vecinos del pueblo. Algunos han permanecido por periodos de tiempo, nada despreciables, como D. Manuel Luís Navarro que estuvo 20 años, o el Dr. Iborra que estuvo de Cirujano desde 1834 hasta 1868, si bien es cierto que no ejercicio como médico municipal mas que un pequeño periodo de tiempo.
El caso mas significativo es el de D. Agustín Calvo que estuvo en Hortaleza más de 37 años. Es difícil encontrar a lo largo de la historia del pueblo alguien que haya permanecido tanto tiempo desempeñando una labor como la que desarrolló él.
Yo nací en casa de mis abuelos maternos con el auxilio de D. Agustín, y como yo, tantos y tantos nacidos desde 1923 hasta 1960.
Es normal que en un libro como éste que pretende glosar la historia de Hortaleza, D. Agustín tenga un sitio preferente.
Por eso y haciendo mío, un reconocimiento que otros tantos han hecho con anterioridad, reproduzco a continuación un articulo escrito por mi primo José Maria Obispo Martín, en el que reseña algunos datos importantes de la vida de D. Agustín en Hortaleza.
Don Agustín Calvo Pérez, nace en Camarma de Esteruelas en 1894, estudia la carrera de medicina en la universidad de Madrid, licenciándose en el año 1919, pudo disfrutar, entre otros, de las enseñanzas sus profesores los Drs. Achucarro, Simarro, Cortezo y Prieto. Compañeros de carrera destacan los Drs. Carlos Jiménez Díaz, Enríquez de Salamanca y Danvila.
Recién terminada la carrera (1919) ejerce por primera vez como médico en Segurilla, provincia de Toledo, donde desarrolla una gran labor ya que se desarrollo una gran epidemia en la que combatió incansablemente.
En septiembre de 1920 fue nombrado médico Titular del pueblo de Hortaleza (Madrid). La cobertura asistencial la tenia que desarrollar no solo a los vecinos de Hortaleza, sino que se le asignaron los habitantes del pueblo de Canillas y los de los barrios San Fernando, San Pascual y Pandeón, pertenecientes al distrito de Chamartín de la Rosa de Madrid. La zona geográfica que correspondía a Don Agustín abarcaba una superficie de 4 Km. de radio. Los avisos a domicilio y los traslados de consultorio a consultorio los realizaba durante los años 1920 y parte de los treinta, a caballo, y posteriormente en conche marca Ford, conocido por toda la zona como el “Forito de Don Agustín”, durante mucho tiempo el único coche del entorno.
A parte de todos los vecinos anteriormente descritos, tenia responsabilidad sobre la salud de los seminaristas y padres paules, que vivían en el seminario de Nuestra Señora de la Asunción, y que durante los años 42-58 llegaron a ser más de 600 personas. Igualmente era el médico del colegio femenino Isabel Clara Eugenia de Auxilio Social donde residían de forma permanente más de 400 personas entre niñas, monjas y tutoras civiles.
Don Agustín estuvo trabajando y desarrollando su actividad asistencial hasta Octubre de 1959, es decir durante años. Han nacido con su ayuda y presencia más de 1.100 niños, ha realizado todas las campañas de vacunación que eran prescritas desde los organismos competentes, indicó muchos tratamientos farmacológicos, pero en su consulta realizaba todos los tratamientos que fueran necesarios desde la colocación de una escayola, sutura y curas de heridas, lavativas, extracción de muelas, reducción de hernias, etc..También actuaba de forense, realizando todas las autopsias que surgieron durante su época, destacando la necropsia realizada a una familia de 5 miembros que murieron en el año 1928 por intoxicación de setas.
Y por supuesto era el jefe y único responsable de la enfermería que se montaba durante los encierros y corridas de toros que se celebraban en Hortaleza durante las fiestas de la virgen de la Soledad.
Por todo lo realizado, los vecinos, un mes antes de su jubilación, crean una comisión para pedir a las autoridades competentes la medalla al merito civil, por todo la labor desarrollada por Don Agustín como médico.
El consejo de Ministros del 4 de Abril de 1960, le concede la Gran Cruz del Merito Civil de Sanidad, entregándose en la plaza que hoy lleva su nombre, el día 26 de Mayo de 1960. Está le fue impuesta en nombre del ministro del interior por el excelentísimo alcalde de Madrid, Conde de Mayalde, en presencia del Director General de Sanidad Dr. Orcoyen, señor rector del seminario de Madrid don Francisco Navarrete, el presidente del colegio de médicos de Madrid Dr. Garrido Lestache. Al acto asistió numerosísimo público que puso de manifiesto todo el afecto y cariño hacia la persona de Don Agustín.
Quiero destacar de aquel acto el discurso de Don Agustín, que fue leído por su hijo el Dr. Agustín Calvo Grediaga:
“Queridos amigos: Muchas gracias a todos los que de una u otra forma habéis contribuido a rendirme este inmerecido homenaje que de haberlo sabido antes me hubiese opuesto por creer que en mi vida profesional no hay meritos suficientes para que hayáis pedido y obtenido el tan valioso galardón que me ofrecéis en este acto que tanto os enaltece y honra a vosotros en ofrecerlo como a mí en recibirlo.
Lo frecuente, es que el médico haga entrega total de su vida y se consagre a cuidado de la salud de un pueblo, lo que no lo es, es que ese pueblo sepa apreciar y valorar, lo que significa como los estáis haciendo vosotros. Yo felicito por ello al pueblo de Hortaleza, Canillas así como a todos los barrios en que se desarrollaron mis actividades profesionales.
Prematuramente, mi salud me obligo a dejaros cinco antes de la edad reglamentaria. 40 años he vivido en Hortaleza en vuestra compañía, sabéis, que he compartido en ese tiempo vuestros días de alegría y los de dolor y tanto o más que con vosotros con vuestros padres que en su mayoría, ya rindieron el último tributo en este mundo, a quienes dedico es estos momentos un cariñoso recuerdo.
“QUE BUENOS AMIGOS FUERON”
En ese tiempo he recibido muchísimas atenciones vuestras y si hubo alguna vez cosa desagradable está olvidada y perdonada, yo también os lo pido si involuntariamente cometí alguna falta profesional o de buena vecindad.
Permitidme, que ofrezca este acto a la memoria de mis padres y esposa que durante 32 años me ayudo y compartió todas las alegrías y pesares de mi vida, tanto profesional como privada.
Por último doy las gracias al Exmo. Sr. Alcalde de Madrid, que nos ha honrado presidiendo este acto así como al Exmo. Sr. Director General de Sanidad, al Sr. Teniente de Alcalde del Distrito de Chamartín, al Sr. Alcalde de mi pueblo natal, a compañeros amigos y familiares.
Junto a este merecidísimo homenaje se produjo el de las madres del pueblo de Hortaleza reflejado en una poesía escrita por Maria Aragonés:
EN NOMBRE DEL PUEBLO DE HORTALEZA
Don Agustín Calvo Pérez
Excelentísimo Doctor
Este pueblo de Hortaleza
Le ofrece este galardón
Y le da las gracias mil veces
Porque todo esto es poco
Para lo que Vd. se merece
Vd. se merece una estatua
De oro, bondad y nobleza
Que la tiene Vd. muy alta
En el barrio de Hortaleza
Se la tenemos que hacer
Entre él mas alto y más bajo
Para darle a Vd. las gracias
De su asistencia al trabajo
Pues Vd. trabajaba solo
Sin practicante ni enfermera
Y visitaba a los enfermos
A cualquier hora que fuera.
Pues sí Vd. Don Agustín
Veía grave a un paciente
En visitar noche y día
No tenía inconveniente
Gracias pues Don Agustín
Ilustrísimo Doctor
Pues el barrio de Hortaleza
Lleva a Vd. En el corazón.
Para terminar, Don Agustín, como le conocíamos en el pueblo, vivió y murió en el siglo XX, siglo caracterizado por el desarrollo científico y técnico de la medicina. Por eso, era un buen médico que conocía los avances de la ciencia y ejercía procedimientos técnicos con destreza y seguridad. Pero además, mantuvo un espíritu humanista de la tradición médica desde la época hipocrática, supo poner sus conocimientos al servicio de las personas del pueblo a las que atendía con dedicación y entrega. Supo encontrar en el quehacer diario una forma de vida constructiva y ejemplar a la comunidad donde trabajaba. Fue referente para muchos, entre ellos sus hijos Agustín y Enrique y para mí mismo. El camino emprendido por Don Agustín es un bello camino, por el que es un orgullo transitar y cuyo fin se intuye feliz.”
Muy buenas
Don Julián González Segador también ejerció como médico durante mas de 30 años.
¿cómo es que no hay reseña de él en este blog?
Un saludo.
Estimada Susana.
Traté de contestarle lo antes que pude a su comentario sobre D.Julián González Segador y, por eso, lo hice a través del Iphone, pero creo que es más correcto que lo haga desde aquí.
Yo conocí personalmente a D. Julián y tuve con él una magnífica relación, tanto personal como profesional.
Sin lugar a dudas D. Julián tiene un lugar destacado en el corazón de muchos hortalinos. y existen razones suficientes para que el barrio de Hortaleza le esté eternamente agradecido.
Este blog pretende recoger aspectos de la historia del pueblo de Hortaleza, antes de incorporarse a Madrid. Cuestión que genera algunas injusticia, como es la de no recoger a un personaje, D. Julián González Segador, que dejó un rastro imborrable en los vecinos de Hortaleza.
En mi caso particular no es un olvido, o un error, simplemente una cuestión temporal.
Más recientemente, D. Julián González Segador, fue homenajeado por la Asociación Cultural Pueblo de Hortaleza en reconocimiento a sus años de dedicación profesional.
saludos