Al menos a desde mediados el siglo XVIII  ha existido en Hortaleza una lista de familias protegidas por la beneficencia.  En ella se incluían a las personas  cuyos ingresos estaba por debajo del salario de pobreza que establecí, cada año, a el propio Ayuntamiento.  Estas familias consideradas pobres de beneficencia tenían el derecho a percibir la sanidad de forma gratuita. En algún momento el número de familias que recibían prestaciones de la beneficencia superó las 30 familias.

El resto de los vecinos en su mayoría suscribían una iguala directamente con el médico del pueblo que cubría la atención de todos los miembros de la familia. El precio de la iguala dependía del número de individuos que compusieran el núcleo familiar.  Esta modalidad se ha mantenido hasta  bien avanzado el siglo XX, manteniéndose, incluso, cuando la sanidad empezó a ser cubierta de manera generalizada por la Seguridad Social.

Cada primero de año se procedía a la elaboración de la lista de pobres de Beneficencia. El Ayuntamiento establecía un criterio para su determinación. Se establecía un salario mínimo de beneficencia, que servía para determinar que todas aquellas familias cuyos ingresos fueran inferiores al mismo, podían acogerse a los beneficios de la Beneficencia Municipal.

Los que resultaban incluidos dentro de la lista de Beneficencia anual tenían derecho a la  asistencia sanitaria gratuita, prestada por el médico titular del pueblo. Compromiso que se establecía puntualmente en el contrato respectivo.

Después de algunas reivindicaciones se indicó al ayuntamiento que también deberían estar incluidos, en la relación de beneficencia, los guardias y civiles y sus familiares.

Desde el año 1861, como consecuencia de la donación efectuada por Doña Luisa Aguado, el Ayuntamiento contaba con la posibilidad de auxiliar económicamente a los mas necesitados con los intereses producidos por el mencionado legado, cumpliendo así con los deseos de la donante de que se socorriera a los pobres y necesitados del pueblo.

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