Desde finales del siglo XIX se establecieron en Hortaleza dos congregaciones religiosas, una de monjas y la otra de curas. La primera se instaló en la finca del Palacio de Buenavista, que fue adquirido por la sociedad francesa Neyda y Claver, ubicada en Burdeos, y que se lo compró a su anterior propietario D. Isidoro Ursaiz en 1854. En los jardines se construyó un nuevo edificio para instalar el Convento Noviciado de Nuestra Señora de Loreto, o convento de las Religiosas Ursulinas, construido en 1880 por la Congregación de la Sagrada Familia.
Poco tiempo después de la construcción del convento de la monjas, se instalaron los hermanos de los Padres Prefectos Paúles en un antiguo caserón cercano a la Iglesia de Hortaleza, en una finca que tenía su propia huerta, que fue comprada a D. Celestino Ansorena, junto con 600 fanegas de tierra repartidas por todo el término municipal, de las cuales la tercera parte eran viñas, por el precio de 37.000 duros.
La coincidencia en la elección del lugar para establecerse y la proximidad con que lo hicieron en el tiempo, no fue fruto de la casualidad, sino que, tanto las Hermanas de la Caridad como los Padres Paules son órdenes con vínculos comunes, que arrancan en la persona de su fundador San Vicente de Paúl, y por tanto, no es de extrañar que obedeciera a una decisión corporativa la llegada de los Padres Paules a Hortaleza.
Los Padres Paules después de permanecer en el viejo caserón, casi cuarenta años, en unas condiciones de habitabilidad muy deficientes, compraron los terrenos que pertenecían al Conde de Torrepilares y que se encontraban en las proximidades del viejo edificio, con la previsión de poder ampliar sus instalaciones. Se trataba de una finca con terreno suficiente para cubrir las necesidades del momento y con espacio para poder ampliarlas en el futuro. Hoy la finca está ocupada por un parque público y el colegio de Santa Maria de la Asunción.
Al comienzo de la II República, los Padres Paules tenían en proyecto empezar la ampliación del seminario con la construcción de un edificio en la huerta de su propiedad. Según el ayuntamiento las obras empezaron sin la correspondiente licencia de construcción lo que dio lugar a la imposición de una multa por infracción del artículo 5 de la Ordenanza Municipal. Una vez concedida la licencia también surgieron discrepancias sobre los metros edificados y los autorizados. Nuevamente según el ayuntamiento, una vez revisado el plano por el arquitecto municipal, resultaba que los metros construidos eran 6.949,74 m2 y los autorizados no podían exceder de 3.464,87, lo que volvió a desencadenar una sanción municipal, que junto con la anterior ascendía a 10.424,61 ptas (aproximadamente 62,55 €).
No eran los mejores tiempos para las relaciones entre el ayuntamiento y la iglesia, especialmente, con los curas, por lo que los Paules decidieron retrasar el comienzo de las mismas, aunque con ello se produjera la caducidad de la citada licencia.
En 1934 decidieron reactivar el proyecto con una nueva solicitud de licencia y la presentación del correspondiente proyecto. La ampliación del seminario consistía en la construcción de un edificio, en la zona de la huerta, con dos plantas y con un total de 834,95 metros cuadrados
Las obras se finalizaron y los Padres Paules presentaron el expediente al ayuntamiento solicitando se diera de alta el edificio. El ayuntamiento de Hortaleza, entre unas cosas y otras estaba retrasando la concesión, al parecer porque el arquitecto municipal D. Ramón Aníbal no terminaba de emitir el informe correspondiente.
A finales del mes de Marzo de 1.935 la Corporación ya tenía en sus manos el informe emitido por el arquitecto municipal del que se desprendía que la valoración de las obras realizadas en la construcción ascendía a 995.910,36 pesetas y el terreno se había valorado en 6.716, 92 pesetas, los que hacían un total de 1.002.637,28 pesetas.
El nuevo edificio, que sería utilizado como seminario, vendría a sustituir a la vieja residencia que la congregación tenía en la Plaza de la Iglesia. La mudanza la realizaron tan pronto como les fue posible. Trasladaron la mayoría de los enseres del viejo caserón al nuevo edificio, dejándole prácticamente vacío.
La casa antigua sólo estaba ocupada por algunos muebles, por lo que Juan Nuñez Horcajo que era el administrador de los Paules decidió solicitar al Ayuntamiento la reducción del 90 % del impuesto de Inquilinato. El Ayuntamiento no estaba de acuerdo, pues consideraba que, además de los muebles, la casa seguía ocupada por parte de los hermanos de la congregación, por lo que denegaron la petición.
En las elecciones del 19 de Febrero del año 1936 resultó vencedor el Frente Popular. Los Paules, en precaución ante los resultados de las elecciones, trasladaron a los seminaristas a la provincia de Burgos; lo hicieron con tanta discreción que ni el Ayuntamiento se enteró del mismo.
Durante la Guerra Civil el nuevo edificio fue confiscado por las tropas republicanas, para utilizarlo como cuartel general de diferentes divisiones, especialmente de la 11 división a cargo del mayor Lister. Terminada la Guerra Civil, fue recuperado por los Padres Paules
Los años posteriores a la Guerra fueron tiempos difíciles para el conjunto de la sociedad española, durante los cuales, bastantes jóvenes procedentes de toda España y especialmente de las provincias de Logroño, Navarra y Burgos, optaron por su incorporación como seminaristas al Convento de los Padres Paules. Así se incrementó de manera considerable el número de seminaristas en el convento.
Las instalaciones fueron adecuándose con el paso de los años. No existían, en muchos kilómetros de distancia, unas instalaciones deportivas como las que tenían los curas: varios campos de fútbol, un frontón, canchas de baloncesto, una piscina enorme con su trampolín incluido.
Para los chicos del pueblo era todo un reto poder entrar a jugar en sus instalaciones. Además de todo ello, contaban con un extenso terreno lleno de árboles frutales, con sus bien cuidados paseos y, al fondo, en la zona conocida como las Rejas de los Frailes, estaba la huerta.
Normalmente los estudiantes salían por la tarde, a practicar algún deporte o a realizar paseos en grupo, por los caminos de la finca. En otras ocasiones, los paseos se producían fuera del recinto del Convento y los seminaristas salían, en perfecta y silenciosa formación, hasta lugares cómo los Cenagales, aunque lo habitual eran los paseos por su recinto.
Durante muchos años no se permitía la entrada en el convento a personas ajenas a la congregación. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fue permitiendo el acceso a las instalaciones deportivas, especialmente a los chicos, eso sí, siempre que no se alterara las actividades de los seminaristas.
En una de estas ocasiones ocurrió la triste desgracia de que un primo mío, José Luís Colino Obispo, hijo de Adolfo y de Angelina, que era prima hermana de mi padre, cayó desmayado junto a una de las porterías durante un partidillo de fútbol. Era un domingo por la mañana y él jugaba de portero. Recuerdo que transcurrió mucho tiempo hasta que llegaron las asistencias sanitarias y, cuando lo hicieron, ya no tenía solución. José Luís tenía 16 años y no volvió a levantarse con vida del lugar donde cayó. Fue el 21 de Abril de 1968 y se certificó, como la causa del fallecimiento, un “colapso cardiaco”.
Párrocos de Hortaleza:
Muchos han sido los párrocos que han pasado a lo largo de los últimos siglos por la parroquia de San Matías de Hortaleza. Alguno de ellos con especial relevancia debido a los momentos en los que permaneció al frente de la parroquia.
1737 Joseph Merino
1766 Angel Vicente Gómez de Cuellar
natural de Carabaña (Madrid)
1760 Manuel Nicasio Cuellar:
En su época Hortaleza contaba con menos de 160 vecinos. También era párroco de Canillas. Entre los viajes de ida y vuelta de una iglesia a otra, apenas tenía tiempo de hacer otra cosa que atender a los cerca de 40 fallecimientos y otros tantos enterramientos que se producían durante el año
1786 Francisco Román Galindo
1820 Francisco Rueda:
Donó para la parroquia 10.000 reales, que se los entregó a su sucesor, quien los depositó en la Sociedad “La Peninsular”
1828 Mauricio Antonio Pérez Vázquez:
Le toco bregar con la construcción del primer cementerio de Hortaleza en el año 1834. También fue párroco de Canillas, cuya iglesia estuvo cerrada por no poder atenderla durante gran parte del año 1828, en la que sólo se celebraban determinados actos religiosos.
1838 Antonio López de Francos
1839 Pablo de las Heras:
Ordenó quitar de los altares todo tipo de mortajas, ojos, manos y pies de cera
1855 Mauricio Antonio Pérez Vázquez:
Durante su segunda estancia en Hortaleza se hundió la Iglesia y tuvo que pelear por la reconstrucción de la misma.
1866 Manuel Troncoso.
1872 Gregorio García Huerta:
Con él se terminó la Iglesia y se inauguró
1884 Lorenzo Rodríguez Aguado
1885 José Muñoz Miguel
1888 Julián Álvarez
1889 Pedro Garrido
1892 Pablo Aylagas Elvira
1918 Francisco Campos Martínez
1929 : No había párroco en la Iglesia de San Matías y el Arzobispado solicitó a los Padres Paules, que estaban al frente de la residencia, que se hicieran cargo de la celebración de los santos oficios entre tanto nombraban a un nuevo párroco. El superior del convento era Quintín Alcalde
1930 D. Francisco Navarrete Higueras:
Estuvo como responsable de la iglesia de Hortaleza hasta terminada la guerra civil.
1939: La primer celebración de la misa en Hortaleza, después de terminada la contienda nacional, fue celebrada en las escuelas del pueblo y fue una celebración que duró muy poco tiempo, siendo oficiada por un cura joven que vino de Madrid. La iglesia no se encontraba en condiciones para oficiar ningún acto religioso.
1939 Beremundo Pardo:
Estuvo encargado de la parroquia desde la finalización de la contienda hasta mediados de 1940.
1941 Gabriel López:
Sin que se hubiera producido ningún acuerdo, pasaron por la parroquia diferentes curas, que desempeñarían sus tareas de manera discontinua y sin una responsabilidad real sobre la parroquia. Uno de estos curas fue Gabriel López.
1942-1948 D. Francisco López González:
El primer sacerdote de los Padres Paules fue Francisco López Gonzáles, que estuvo seis años como párroco.
1948-1959 Otilio Vivar Moral:
D. Otílio Vivar Moral era natural de Burgos, como lo serían prácticamente todos los párrocos que le sucederían. D. Otilio llegó a Hortaleza en 1948, en una época en la que, al contrario de la anterior, la Iglesia era una institución obligadamente respetada. El cura del pueblo era una figura de gran peso en el vecindario, incluso en el propio Ayuntamiento. Más allá incluso que la Guardia Civil.
D. Otilio ha sido el sacerdote, en el siglo XX, que mas años ha permanecido como párroco de Hortaleza, motivo por el cual también se le recuerda con mas cariño, como uno de los curas del pueblo. Era un hombre delgado, alto, pelo blanco. Pero tenia una característica que le daba un aire un tanto místico, su color de piel era muy blanca y sus manos alargadas, en las que sobresalían unos dedos huesudos y finos que, perfectamente, hubieran podido corresponder a uno de los notables caballeros pintados por El Greco.
1959-1963 Dativo Conde Rodríguez:
También era natural de Burgos y era la antítesis de su predecesor. D. Dativo Conde Rodríguez era un hombre de menor estatura, más corpulento, y con una áurea de bonachón que encajaba perfectamente con el prototipo de cura de pueblo de la época. Yo le recuerdo un parecido al Papa Juan XXIII. Con D. Dativo estuvieron en la parroquia otros sacerdotes, como el padre Redondo y el padre Caballero, que, por su juventud y con su acercamiento al pueblo, trataron de de incrementar los contactos con la juventud, a través del Club de la Amistad.
Prácticamente coincidiendo con la salida del pueblo del Padre Dativo, sin que ello tenga nada que achacarse a esta circunstancia, se suspendieron las celebraciones de todas las procesiones por la vía pública, tanto las que se realizaban en la conmemoración de la festividad de los Patronos de Hortaleza, como las que tenían lugar en Semana Santa. Es cierto que Hortaleza llevaba más de quince años en que no tenía su propio Ayuntamiento y las personas que se ocupaban de que estas tradiciones no desaparecieran, estaban cansadas de cargar con la organización de las mismas, y de sufrir la incomprensión del resto de vecindario.
1963-1969 Pedro Fuentes Puente
1970-1976 Federico García García
1976-1977 Luís Tobar Nogal
1977-1986 Florentino Calixto Villanueva López-Quintana,
1986-1989 Pedro Félix Junquera Pedrosa
1989-1995 Joaquín González Hernando.
1995-2001 Hilario Sainz Alonso.
2001-2007 Víctor Santos Villagrá
2007- Jesús Maria González Antón.
Jesús María González Antón, como la mayoría de los anteriores, es natural de Burgos. Gracias a su colaboración ha sido posible elaborar esta relación de párrocos de Hortaleza.